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RELATOS. Julia amiga de la familia

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Un saludo a todos. Me llamo Guillermo (Guille) y tengo 19 años. La historia que les voy a contar ocurrió hace 3 años…fecha a la que me remito a partir de ahora.


En casa somos cinco, a saber, mi padre, Ramón de 46 años, abogado y en general bastante ocupado. Mi madre, Mar, 43 años, ama de casa, buena madre, de esas que quieren ser madre y amiga y si pueden te ayudan. Luego están mis hermanas, Laura, de 18 años (la mayor) y Mónica, de 15 y que es con la que mejor me llevo. Vivimos en un adosado en una urbanización de las afueras de Madrid. La zona es muy tranquila y donde me quiero centrar es en una de nuestras vecinas. Se llama Julia y es muy amiga de mi madre. Las dos pasan mucho tiempo juntas, ya que aparte de ser aproximadamente de la misma edad, comparten algunas aficiones, como el tenis, al que juegan muchas veces juntas (una contra otra o formando pareja en algún torneo organizado por el club de tenis). Julia es físicamente alta, rubia, me parece que natural y desde hace tiempo es una de las musas que me acompaña en mis sueños onanistas. Tiene un buen par de peras, culo firme…vamos, un pedazo de mujer. La cosa es que cuando yo tenía 12 años Julia y su marido se separaron. La verdad es que yo no sabía el motivo, pero luego me enteré que Carlos, el ex de Julia era un bastante promiscuo y a la vez descuidado, por lo que sumando dos más dos, salieron las infidelidades. Yo como digo no sabía el motivo, pero pensaba que ese tío debía ser un capullo para dejar escapar a una mujer como la que tenía. Por otra parte, quizá debido a no tener hijos, Julia pasaba mucho tiempo en mi casa, por lo que yo estaba encantado. Lo normal es que después de la comida, que muchas veces para Julia era en mi casa, mi madre y ella se fueran al jardín a tomar café y fumar unos cigarrillos o en el salón si hacía frío. Por la separación ella se quedó con la casa y una buena pensión (Carlos está forrado), ya que si bien había estudiado derecho, no había ejercido a instancias de su ex. La cosa es que tenía mucho tiempo libre, tanto a mi casa como a la de Julia iba una señora a realizar las labores del hogar, lo mismo que mi madre.

La casa de Julia era la última de la calle, y por tanto tenía el jardín más grande de todos, además, al no tener vecinos más que por un lado, disponía de una intimidad un tanto exclusiva, tanto es así que yo sabía (se lo había oído a mi madre) que tanto Julia como mi madre tomaban el sol en topless allí sin que nadie las molestase. No tenía espacio para una piscina normal, pero tenía una pequeña de plástico que se monta con unos tubos, que por lo menos te podías dar un baño para quitarte el calor. Desde que la conozco siempre la vía como una mujer muy activa. No paraba.

La cosa es que ya empezaba a hacer calor y Julia le dijo a mi madre que si podía ayudarla (yo) amontar la piscina, que si bien no es complicado, con ayuda va mucho mejor. Le dijo que no habría problema y quedó en que el sábado por la mañana, a las once iría a su casa. Cuando me lo dijo no me hizo mucha gracia, ya que no me apetecía pasar la mañana del sábado "currando", a pesar de estar tan cerca de Julia. Resumiendo, no me quedó otra que ir. Ese día amaneció completamente soleado y con un calor si no asfixiante, si pegajoso.

A la hora en punto me presenté en su casa, lo cual no es difícil, viviendo tres casas más allá. Me recibió Julia con atuendo veraniego, unos pantalones cortos y una camiseta encima de un bikini. Nos fuimos a la parte de atrás, donde el jardín y empecé a llevar todos los trastos de la piscina. Le eché un vistazo a las instrucciones y me puse a montarla con la ayuda de Julia. Tras casi dos horas la piscina estaba montada y solo quedaba probarla, a ver si no tenía ninguna pérdida. La pusimos a llenar mientras la amiga de mi madre me ofreció algo de beber. Sacamos un par de hamacas y nos tumbamos al sol. Julia se quitó la camiseta y se quedó con el bikini. Dijo que así ya aprovechaba para ir cogiendo color. La verdad es que estaba bastante morena, debido a sus partidas de tenis y sus paseos, pero…por mi encantado. Me hablaba entre ya eres mayor, pero todavía eres un niño al que he visto crecer.

La verdad es que esta piscina no es gran cosa, pero al menos te puedes dar un chapuzón y aliviar el calor

Claro que si.

Además en esta situación podemos tener una cierta intimidad. De hecho, muchas veces me pongo en topless, para no tener marcas, y tu madre, cuando viene, pues también lo hace

No lo sabía (mentía)

Bueno, Guille, dime, ¿ya tienes novia y eso?

La verdad es que no…la verdad no tengo prisa.

Haces bien. Disfruta de la vida todo lo que puedas…

Ahí quedó la cosa, porque mi madre llamó por teléfono a casa de Julia para decir que no volverían a comer y que regresarían ya bien entrada la tarde. Habían ido a Madrid mi madre con mis hermanas a comprar y por otra parte mi padre a lo suyo, como siempre. Julia insistió en que me quedase a comer con ella, ya que así además tendría compañía (como les había dicho ella comía muchas veces en casa). Fuimos al interior de la casa y la ayudé a preparar las cosas. Estaba encantada de tener ayuda, según decía. Mientras se terminaba de calentar la comida sacó unos frutos secos y me preguntó si quería una cerveza con limonada. Le dije que si. Ella se tomó otra. Comimos y nos fuimos al jardín a vigilar el llenado de la piscina. Me dijo Julia que si quería podía ponerme un bañador y aprovechaba como ella para tomar el sol, así que me acerqué a casa y me puse un bañador y cogí una toalla. Llamé a la puerta y Julia ya estaba en bikini. Pasamos y nos tumbamos al sol.

¿Me puedes poner un poco de crema en la espalda?

Claro!

Estaba boca abajo y se desabrochó los tirantes del bikini, para que pudiese extender la crema bien. Luego fue ella la que insistió en ponerme a mí, para que no me quemase.

Como te dije antes aquí me suelo poner en topless, por lo que si no te molesta me voy a quitar la parte de arriba del bikini…

No…claro que no me molesta

Bueno, pues entonces, me lo quito. Lo único que te pido es que no se lo digas a tu madre. A lo mejor ella si que se molesta.

¿Tú crees?

No se, pero por lo que me ha dicho que ella en la playa no hace topless y eso…

No, la verdad es que no, vamos, al menos yo nunca la he visto en topless…

En tu casa, si la habrás visto…

No que va. Ni siquiera en ropa interior. Mi madre es muy pudorosa en ese sentido.

Jamás me lo habría imaginado.

¿Por qué?

Pues porque aquí se pone en topless con toda la naturalidad del mundo

Si pero estáis las dos solas, o ¿no?

Si…si, claro. A lo mejor es por eso. De todas formas yo ya se lo he dicho, que tiene un buen cuerpo y que debería lucirlo más. Al menos es lo que yo hago. No se si tengo un buen cuerpo o no, creo que si, para ser sincera, y por eso, lo que te decía antes a disfrutar todo lo posible

Hombre Julia, no seas modesta…tienes un cuerpazo…

Hombre, muchas gracias…

En serio, que no lo digo por decir…

¿Si? Y que parte de mi cuerpo te parece mejor?

Bueno…

Venga, hombre, no te cortes, estamos en confianza. Esto queda entre tú y yo…

La verdad es que todo en si está muy bien. Las piernas son muy bonitas, el culo firme, la cara es preciosa, pero los pechos son espectaculares

¿De veras lo dices?

Completamente. Muchas de mis compañeras están mucho más fofas que tú. Más de una daría lo que fuese por un cuerpo como el tuyo…

¿Y si tuvieras una novia con un cuerpo como el mío, que le harías?

Bufff!!!!, Julia, no juegues conmigo…

No, Guille, no juego, pero me gustaría sabe que haría un chico joven con una madurita como yo, o que le gustaría hacer. Ya te he dicho que esto quedará entre los dos…

La verdad es que lo primero que haría sería besarte, en la boca, con ternura, el cuello…mientras mi mano acaricia tus bonitos pechos, para lamerlos luego. Seguiría bajando con mi lengua hasta jugar un poco con tu ombligo para finalmente detenerme en tu, en tu…

En mi coño…

Si…

¿Y luego?

Pues después de comerte…

Después de comerme el coño, no te cortes, Guille, di lo que quieras…

Pues después de comerte el coño te prepararía para follarte.

¿Y tu crees que me follarías bien?

No se…

A lo mejor hay que intentarlo, si quieres…será nuestro secreto.

¿Me lo dices en serio?

Claro que si.

Me cogió la mano y me condujo dentro de la casa, hasta su dormitorio, pidiéndome que pusiera en práctica todo lo que le había dicho en el jardín. Así nos besamos, primero delicadamente y luego con fogosidad. Le mordía con suavidad los lóbulos de las orejas y le besaba el cuello. Julia gemía suavemente. Como le había dicho hice una parada en sus tetas antes de proseguir a su perfectamente depilado coño, con poco vello. Sus gritos ya eran más evidentes…

Oh, que bueno…sigue…sigue, así…assss. ¿Quién te ha enseñado a comer coños?…que bien lo haces….

Julia estaba como una moto. Me gritaba de todo…y pude notar perfectamente las dos veces que se corrió. Nos fuimos poniendo en posición y apoyé mi polla en la entrada de su conejo. No me creía que mi primera vez fuese con aquella espectacular mujer que tanto me atraía.

Después de unas cuantas embestidas notaba que no aguantaría mucho más…

Julia, estoy, estoy…

Si, amor, lléname, córrete dentro de mi, lléname con tu leche…

Yaaaaa!!

Por mi inexperiencia intenté disculparme, y Julia me dijo que me tranquilizase, que era normal…hasta que vio que estaba listo para una nueva faena…

¿Ya estás listo?

Creo que si…

Comenzamos una nueva cabalgada. Ahora mi aguante era mayor

Sigue, así, así, así…no pares

Que buenas estás…

Pues sigue, mi amor, dame, dame, dame

Si, si, si!!!

Que bueno, que bueno, un poco más, un poco, asíiiii!

Arrrrrggg!

La corrida fue apoteósica. Nos vinimos casi al tiempo, para luego caer rendidos en la cama. Tras una breve recuperación Julia encendió un cigarro y me lo pasé. Era la primera vez que fumaba (y era la primera vez que me había acostado con alguien). Le di una calada y se lo devolví. Nos vestimos y estaba listo para irme a casa.

Espero que repitamos esto…si quieres

Claro que si, Julia…

Sabes que es nuestro secreto…

Por recontado.

El siguiente fin de semana, el sábado por la noche mis padres iban a una cena, de la que volverían bastante tarde y mis hermanas se quedarían a dormir en casa de amigas. Así que cuando se lo dije a Julia inmediatamente me dijo que esa noche era para los dos. Así desde que el coche de mi padre giró la calle, ya estaba saliendo en dirección a casa de "mi amante". Cenamos prono, algo ligero y nos fuimos arriba, a su dormitorio. Cerré las persianas mientras ella entraba al baño. Fui hacia allí…Julia estaba esnifando.

¿Qué haces?

Un poco de coca. Me pone como una moto. Ya verás

La verdad es que si que se ponía como una moto. Me decía de todo, quería que le hiciera de todo e incluso tuvimos nuestra primera penetración anal. Tenía a un mujer para mi…y que mujer.

Por supuesto las visitas continuaron y cualquier excusa era buena para ir a casa de la vecina, y con las visitas, mi experiencia sexual fue aumentando de forma increíble, como no podía ser menos.


RELATOS. Viaje de vuelta

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Llevábamos horas de viaje. Mi cuñado es de los que no encuentra nunca el momento de pararse a descansar. Había oscurecido, mi hermana se había dormido en el asiento del acompañante y mi sobrino estaba en el asiento de atrás conmigo. Yo iba dando cabezadas y aguantando como podía el largo de viaje de vuelta a casa desde la playa.Supongo que me habría dormido un rato o quizás solo estaba medio adormilada. Se que estaba soñando algo placentero y que de pronto pensé que aquello no era un sueño, abrí un ojo sin apenas moverme y me di cuenta que mi sobrino tenía su mano en mi pierna, justo por encima de la rodilla, y que la estaba entrando poco a poco por debajo de la falda. La sensación de aquella mano me había despertado.

Era ciertamente una sensación muy sensual pero aquello no estaba bien. Mi sobrino se estaba aprovechando de mi! ¡Y eso ocurría para más desfachatez en el coche en el que viajaban sus propios padres! Al parecer mi hermana seguía dormida y mi cuñado iba con la vista fija en la carretera. ¿Dios mío qué hacer?. La verdad es que la situación tampoco era para armar un escándalo y además mi relación con mi sobrino era estupenda y tampoco quería estropearla por algo así. Hiciera lo que hiciera mi reacción quería que fuese delicada. No iba a dejar a mi sobrino preferido en un brete delante de sus padres.

Mientras tanto mi sobrino iba subiendo su mano por la pierna, muy poco a poco, pensando que yo dormía. Yo tenía las piernas un poco entreabiertas, justo lo suficiente como para notar que la mano se deslizaba entre las dos. Cielos! La situación tenía su morbo. De hecho ahora entendía todos los juegos y toqueteos inocentes que mi sobrino me había prodigando aquella tarde en la playa.
 

Mi sobrino había seguido subiendo la mano hasta encontrar las dos piernas juntas cerrándole el paso. Ahora no sabía como seguir. ¿Forzar un poco a ver si yo abría las piernas involuntariamente o seguir deslizando la mano por encima de las dos hasta alcanzar mi vientre? Pensar que lo que mi sobrino quería era explorar entre mis piernas me provocó una excitación instantánea. Noté avergonzada cómo mi coño se humedecía. Mi sobrino se decidió por fin y movió la mano suavemente, haciendo sólo una ligera presión,  intentando que yo separara las piernas. Y sin darme cuenta eso es lo que hice, separarlas dejándole el camino libre.

¡Pero como podía ser tan fresca! No sólo dejaba que mi sobrino se aprovechara de mí sino que además se lo facilitaba. La verdad es que el hecho de dejar que mi sobrino me abriera las piernas aumentó aún más mi excitación. Noté su mano subiendo entre ellas hasta tocar la tela de mis bragas. Notaba que estaba empapada y que los labios de mi vulva respondían a mi excitación aumentando su sensibilidad, como esperando el momento en que las puntas de los dedos de mi sobrino se posaron en la tela de mis bragas. Fue como un chispazo de calor que empezó en mi clítoris y recorrió todo mi cuerpo hasta dejarme las orejas rojas de excitación

Por el rabillo del ojo veía la cara de concentración de mi sobrino intentando adivinar lo que su mano tocaba por debajo de mi falda. Pasaba la punta de un dedo arriba y abajo entre mis piernas. Ante la presión y la excitación los labios de mi vulva cedieron marcándose una depresión que señalaba empapada mi raja. El dedo de mi sobrino marcaba el surco una y otra vez. Cuando llegaba a la punta pasaba por encima de donde estaba mi clítoris y yo sentía un ramalazo de excitación.

Seguía haciéndome la dormida pero me parecía cada vez más difícil que la mi respiración no me delatase. Notaba en la cara de mi sobrino, que entreveía a través de mis párpados, la curiosidad  y la excitación. De pronto vi en sus ojos un punto de decisión y al mismo tiempo noté como sus dedos buscaban torpemente el borde de mis bragas. Para agarrar y apartar el borde de las bragas mi sobrino tuvo que hacerme separar un poco más las piernas. Le dejé. ¡Pero que zorra me sentía abriéndome de piernas para que mi sobrino me tocara a su gusto!

Noté que un dedo se entraba por el borde y encontraba enseguida los labios de mi vulva completamente mojados. Luego suavemente, muy suavemente el dedo empezó a moverse por entre los labios que se abrieron para recibirlo.

A duras penas contenía los jadeos. Mi sobrinito me estaba volviendo loca.  En un momento dado noté cómo el dedo se adentraba sin obstáculos en mi coño. De hecho fue como si mi raja succionara su dedo. Mi sobrino lo saco un poco asustado y me miró como temiendo despertarme. Cuando vio que no era así volvió a meter el dedo con cuidado. Luego poco a poco empezó a meterlo y a sacarlo. Yo intentaba que no se notara mi excitación pero aquello se estaba volviendo insoportable. ¡Al final me iba a correr con el dedo de aquel crío!

De pronto no pude más. Cerré las piernas atrapando el dedo en mis entrañas y tuve un orgasmo feroz al mismo tiempo que abría los ojos y veía la cara de mi sobrino mirándome espantado. Me puse un dedo en los labios indicándole que callara mientas el placer del orgasmo me dominaba sin dejar que mi sobrino sacara el dedo de entre mis piernas. Poco a poco la sensación se fue apagando lo suficiente como para recuperar el control. Miré a mi sobrino y le sonreí lo que hizo que relajara la cara aliviado. Relajé yo también la pinza de mis piernas con lo que pudo sacar su dedo de debajo de mi falda. Lo sacó completamente empapado. Ya más relajada eché la cabeza hacia atrás y en ese momento el mundo se me vino abajo. A través del espejo retrovisor mi cuñado me miraba con una sonrisa lasciva. Lo había visto todo.

RELATOS. Tutora o putona

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Había recibido a un grupo de estudiantes una vez más. Ahora como tutora debía guiarlos a través de su tesis hasta buen término. Sin embargo siempre hay algún chico con el que una se encariña.

Martín, venia a menuda y siempre me daba cumplidos. Con su carita risueña, no dejaba de halagarme, hasta que noté como se quedaba viéndome mis senos y mis caderas cada vez que podía. Que había de malo en eso. Era un mozuelo, y yo le llevaba 10 años o 12. No importa. Aunque fuese mayor sabia que tenia buen cuerpo y obviamente atraía a los jóvenes como a los viejos.

Cierta tarde Martín trajo una revisión de su trabajo. Lo puse a trabajar mostrándoles sus errores mientras me giraba alrededor de el para que viera mis curvas. Varias veces me incline para que viera mis senos sin sujetador.

Martín presta atención, le reclamé.

Creo que tienes muchas distracciones aquí! Dije.

El joven de no mas de 22 años me miraba sorprendido mientras me quitaba la blusa dejando mis senos al aire, mientras le explicaba que ahora no tendría porque estar espiándome entre la ropa. Así semi desnuda trate de que continuara con el trabajo. Y me divertía de ver como no podía dejar de mirarme sin concentrarse. De pronto me giré rápido y vi como se tocaba su verga por encima del pantalón.

Martín que tienes ahí?

Sonrojado el muchacho no hallaba que responder. Me acerqué y apartándolo la silla vi un gran bulto entre su pantalón.

Mi niño que llevas ahí? Ya sabes que no debes traer nada de juguetes?

El me miraba congelado mientras yo me agachaba y abría el cierre de su pantalón, y acomodando su interior, libere la bestia que saltó sonrojada a recibirme. Una gota perlada aparecía en la punta ya roja y palpitante. Ahí estaba. Abrí mi boca y lentamente deje que la joven verga entrara en mi lamiéndole lentamente la punta.

El chico gemía de placer a la par que mi cabeza subía y bajaba endureciendo su verga cada vez más. Lentamente recorría su miembro que salía húmedo por mi saliva. Para luego volver a tragarlo hasta lo más hondo. Así pocos minutos el joven no aguantó más y explotó en mi boca obligándome a tragar su esencia.

Me separe para dejar que los hilos de semen colgaran desde mis labios hasta su punta y luego volví a tragarla dejándola completamente limpia y flácida.

Me levante y asegure que la puerta de mi oficina estuviese bien cerrada. Y así medio desnuda le indique que continuara con el trabajo. El estaba aun un poco reticente y trato de tapar de su verga.

Vamos Martín, no es necesario que la tapes, así no habrá nada oculto.

El chico tomó el lápiz y siguió las correcciones pero su juventud le permitió en pocos minutos una nueva erección, que era lo que yo esperaba para que pudiera aguantar y penetrarme. Tomando su verga en mis manos la sopesaba como midiéndola.

Martín que es esto! Hasta cuando vas a tener erecciones? Tienes que terminar el trabajo!

Me senté frente al joven y hablándole le abría mis piernas mostrándole mi vagina bajo mi falda. El joven se sorprendió de ver que no tenía nada abajo. Así que subí mi falda y comencé a frotarme soltando gemidos de tanto en tanto, a la par que trataba de darle concejos acerca de su comportamiento. Pero el ni yo estábamos pendientes solo de una cosa mi clítoris.

Casi hipnotizado el chico se arrodillo y comenzó a chupar mi concha, separando mis labios con su lengua. Fue genial tomar su cabeza y guiar su lengua para que lamiera justo donde yo quería y el se dejaba guiar. Ya cuando estaba bien mojada lo hice levantar y con su verga ya brotada lo acosté en el suelo y me senté sobre él. Una buena cabalgada para una mujer como yo. Martín apretaba los dientes y masajeaba mis senos mientras yo me batía hacia delante y hacia atrás haciendo que su verga entrara mas y mas dentro de mi. Luego unas vueltas circulares rápidas y de nuevo el vaivén.

El joven me tomo por la cintura y me batió hacia arriba arrancándome un grito que acompaño mi orgasmo. Pero su erección aun se mantenía, así que me puse en 4 patas y le dije:

Vamos Martín métemela… , metesela a tu profesora…

El chico no resistió mis nalgas levantadas y aunque casi me la mete en el culo, me bombeo de una forma alocada. Sus embestidas hacían que sus bolas golpearan mis nalgas y eso me encendió aun más. El joven ahora se acostó sobre mi espalda alcanzando mis senos y tiraba de ellos hacia atrás penetrándome con mas fuerza hasta que comencé a sentir sus explosiones en mi vagina. Y casi tambaleante fue llenándome de leche junto con mi orgasmo. Así en 4 me quede un rato disfrutando como se movía el joven dentro de mi mientras exprimía toda su verga.

Luego me giré para chupársela antes que se pusiera más pequeña y dejarla completamente limpia. Era toda para mí.

Me levanté y comencé a vestirme.

Bien Martín, tendrás que terminar en tu casa. Recoge tus cosas y nos vemos mañana a la misma hora.

Le di un beso al joven y lo despedí esperando el próximo día para que me llenara de placer.

Lynn

RELATOS. Almas gemelas

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Él era un chico de unos 27 años, tranquilo, educado, y con un sueño que deseaba cumplir: tener sexo con una chica mayor que él; no buscaba a una chica de medidas espectaculares, ni de pechos de medidas imposibles, sólo una chica mayor que él.


Había acudido a varias discotecas que solían tener como clientes a gente de entre 30 y 50 años, aproximadamente, justo la franja de edad que él buscaba, incluso había entrado en algún que otro Chat con la esperanza de encontrar a " su chica"; sin embargo, nunca lo había conseguido.

Una tarde, mientras mataba el tiempo sentado frente al ordenador, metido en uno de los chats que frecuentaba, ocurrió: una mujer que tenía como nick "lady", le abrió conversación. Al principio hablaron de lo típico en estos casos, de dónde eran, a qué se dedicaban, etc.

Luego la conversación pasó a ser un poco menos trivial, hablaron de sus proyectos, ilusiones, se consolaron mutuamente por los fracasos que habían tenido en trabajo, estudios, personales.

Al final, la conversación tomó un giro decisivo cuando ella le preguntó a qué se debía su interés por las chicas mayores que él, entonces respondió que se trataba de un sueño, una meta que tenía en su vida, le contó que no tenía ganas de algo salvaje, ni de una relación duradera, sólo quería que una chica de la edad que él suponía que tenía ella le ayudara a llegar al cielo; no necesitaba saber si estaba casada o no, si tenía niños, ni siquiera la edad concreta, no buscaba una mujer de revista, de medidas espectaculares ni apetito sexual fuera de lo común, sólo necesitaba una chica de carne u hueso.

Esa respuesta hizo que ella sintiera confianza por aquel chico, y le ayudó a confesarse con él, le dijo que ella sólo necesitaba algo que pusiera una chispa en su vida, que la ayudara a evadirse y cambiar de mundo aunque sólo fuera un momento.

Los dos quedaron de acuerdo en que eran justamente lo que buscaban, y decidieron encontrarse en un parque de la ciudad, junto a una parada de metro. Acordaron que, para reconocerse, esperarían cerca de la boca de metro con una chaqueta bajo el brazo, y así se encontraron. No se dijeron sus nombres, no hacía falta, ninguno quería saber del otro nada más que lo imprescindible.

Buscaron un hotel, y cuando llegaron a la habitación, se sentaron en la cama, estaba nerviosos, y ella comenzó a notar las miradas del chico en su discreto pero sugerente escote, y le pidió que la besara.

Ese fue el detonante de una tarde de pasión, de buen sexo; cuando ambos se encontraron saciados, se vistieron, salieron del hotel y, al despedirse, sólo se dijeron :"gracias".

RELATOS. Juan Camilo

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Juan Camilo se había vuelto a acostumbrar a sus pajas intensas y habituales sentado sobre su inodoro fiel aunque ya no tan abstractas, pues las fantasías a las que mentalmente recurría eran más bien recuerdos de momentos reales vividos con Noemí. Tenía bastante en su caja de memorias, pues no en vano había sido el amante furtivo de su vecina por casi un año. Incluso tenía contados las semanas que llevaba desde la última vez que copularon sin planearlo en una noche sobre la mesa de trabajo estrecha del taller en la casa de ella, aprovechando una ausencia breve de su marido justo cuando Juan Camilo había ido tan solo a entregarle unos materiales que ella le había solicitado. Eso hacia ya catorce semanas.

Juan Camilo había intentado enamorar a la bella Milena, una joven muchacha, compañera de estudios con la que él sentía mucha afinidad. Pero ésta acababa de terminar con un novio y experimentaba un desamor doloroso que la alejaba de desear tener relación alguna. Juan Camilo ahora ya contaba con diecisiete años y estaba a unos meses de ser ya un mayor de edad cuando en la clase de historia entró a estudiar un tema que le fue de su mayor interés intelectual: la segunda guerra mundial. El tema le interesó tanto que fue notoria su participación en la clase de historia. La profesora Raquel, quien tenía fama de dura y de ser una verdadera fiera con los estudiantes extrañamente se encariñó con el único pupilo que se interesaba por su clase. Juan Camilo incluso prestó algunos libros de la biblioteca personal de su profesora en quien detecto ciertos atisbos de debilidad parecidos a los que alguna vez había percibido con Noemí.

Se le pasó por la cabeza la idea de seducir a su profesora aunque sus pronósticos eran poco alentadores. Pensó que debían ser ideas suyas y que no debía confundir el aprecio, el respeto o la admiración con el deseo; eran cosas distintas que podían convivir juntas, pero que había que diferenciar. Algo le atraía en especial de su profesora de historia. Era un atributo físico en especial: sus enormes senos que eran lo único en común que la profesora tenía con Noemí, pero aún en mayor proporción.

Raquel era una mujer mucho mayor que Noemí, tenía cuarenta y un años, veinticuatro mas que Juan Camilo, casada y dos hijos adolescentes. Era una señora con una formación intelectual férrea y entregada a su mundo cultural. No era muy cariñosa, pero si muy amable cuando se lograba ganarse su espíritu. Raquel era alta, delgada de rostro óseo y ángulos finos y duros, pero resultaba simpática. Su cabellera negra, abundante y larga le daba el toque femenino que sus facciones le restaban. Su trasero era abultado y lograba asomarse a pesar de lo recatada de sus vestimentas. Usaba lentes redondos de marcos gruesos y negros que escondían una mirada noble y viva. Su boca era delgada y larga, casi sin labios. Sin embargo de pie lucía siempre muy elegante a pesar de que su cuerpo se veía algo extraño cuando ese su par de pechos desproporcionados se balanceaban como gelatinas cuando caminaba. No en vano, esos senos eran los protagonistas de comentarios obscenos por parte de más de un jovenzuelo.

Juan Camilo no dejaba de pensar y distraerse de vez en cuando mirando a su profesora justo en esas masas más por añoranza que por deseo en sí. Pero lo cierto es que entre ellos surgió una atracción que la misma Raquel confundida se extrañaba de sentir, pues ella jamás había experimentado sentirse interesada por las bondades de un jovencito que bien podría ser su hijo. Él, por su parte, supo que algo le agradaba mucho de su profesora, y que iba más allá de un simple atributo físico. Sintió un encanto algo parecido al que experimentó para con Noemí, pero esta vez lo aceptó sin remedios y sin sentir vergüenza.

Una vez ella lo invitó a su casa un sábado para conversar sobre el tema que tenía al joven apasionado. Le prestó libros sobre Hitler, los campos de concentración, las estrategias de la guerra y todo lo concerniente al tema. Juan Camilo se deleitaba de admiración al ver lo culta y sabia que resultaba su profesora de historia. Pudo ver que no era la tal señora dura de la que todos temían. Era simplemente una intelectual apasionada y con un corazón muy noble. Todo era cuestión de ganársela, y el bien lo sabía tras haber ya vivido una experiencia con una dama mayor. Conversaron largamente en la biblioteca y allí Juan Camilo intuyó que su profesora debía ser una mujer con una vida íntima muy escasa, puesto que se había casado con un tipo mayor que ahora tenía más de sesenta años y que muy seguramente debía tener otros intereses tal y como después el comprobaría. Debía ser una mujer insatisfecha en la cama y eso lo indujo a intentar seducirla. Ahora sentía mucha confianza en sí. Tal vez más de la que debía, pero todo esto era gracias a lo ocurrido con Noemí.

Así que con los días Juan Camilo no solo era el alumno mas cumplidor y admirado por Raquel, sino que era el único hombre que en años le había dicho cumplidos aunque muy opacos y le regalaba galletas y notas de pensadores escritas en papelitos cuando notaba que la profesora estaba triste o molesta. En una ocasión Raquel con el corazón en la mano leyó muy emocionada un poema muy breve que el osado Juan Camilo le escribió con letra de arte sobre un pedacito de papel de colores. En él, muy decentemente Juan Camilo le expresaba no solo admiración sino algo más parecido a un sentimiento de atracción. No hubo reacciones sin embargo y las cosas siguieron como si nada hubiera pasado, pero lo cierto es que Raquel, alejada del mundo de las emociones y del sexo leía con interés ese poema cada vez que se encontraba a solas y sentía que volvía a experimentar emociones perdidas de la vida. Se sentía avergonzadamente enamorada de su alumno. No lo quería aceptar así, era algo ridículo, pero era inevitable sentirse así. Todo le parecía una locura y no lo podía ocultar con miradas lujuriosas que descuidadamente durante las clases daba a su alumno favorito. Pero él se daba cuenta y supo de golpe que Raquel era una candidata para sus propósitos.

Todo resultó más fácil de lo que se pensó. Juan Camilo, astuto y muy respetuoso siguió dando detalles cada vez más reveladores a su encantada profesora sin decirle tantas palabras hasta que todo se resolvió en una ocasión en la que volvieron a estar solos en la biblioteca personal de ella durante la tarde fresca de un viernes. Su marido desprevenido se había marchado a jugar ajedrez con sus amigos como era ya su vicio de todas las tardes y sus dos hijos afortunadamente no estaban de momento. Juan detectaba algo raro en la atmósfera y su intuición le decía que era el momento de actuar, pues su profesora parecía más atenta a él que a los asuntos intelectuales. Juan Camilo desarrolló la capacidad de no parecer tan evidente y de ir siempre con cautela y sutileza. Estaban en la cocina; ella lavaba unos pocillos para servir café cuando él decidió lanzarse al vacío arriesgadamente y seguro de sí. De pié, la tomó desde atrás por sus caderas y la abrazó sin atreverse todavía a pegar su sexo contra las nalgas generosas de ella.

– Le quiero expresar algo que ya tal vez sabe: usted me gusta mucho profesora – le dijo sin mas preámbulos

Raquel quedó impávida ante semejante acción y sin pronunciar palabra estuvo indecisa entre detenerlo o dejarlo. No dejaba de sorprenderle la osadía y el atrevimiento de ese chico siempre tan formal y respetuoso. Si lo detenía tal vez perdía la oportunidad para siempre de vivir una experiencia con un joven para ella tan prometedor y precioso. Sabía que no era el tipo de mujer que agradaba de buenas a primeras a muchos hombres y menos a uno como éste. Por otro lado, pensaba que si no lo detenía, ella podría experimentar un mundo mágico del cual no sabía desde hacía muchos años, pero bajo riesgo de perder su reputación y el respeto. El corazón y la emoción la dominaron en el momento. Cerró los ojos indecisa con el aliento cálido de su estudiante justo detrás de su cuello erizado. No hizo nada por detener al joven pero sin voltear y dejando sus manos quietas con un pocillo en la mano le dijo:

– ¿Porqué te gusto Juan Camilo? Mírame, soy una mujer vieja y fea para t.

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– Usted es linda. Para mi lo es – dijo él sin dudar y con sensatez, luego agregó – perdóneme la falta de respeto, pero de veras que me gusta mucho y no pude contenerme de decirle esto que siento -

Raquel no dijo nada, solo se volteó lentamente hasta estrellar su mirada desvanecida tras los cristales de sus gafas con la de Juan Camilo, firme y segura. Lo encontró tan seductor que cerró los ojos. Juan sintió que tenía luz verde. Se acercó un poco hasta que saboreó esos labios tensos que poco a poco fueron cediendo a una posición más besable. Sintió esa sensación de triunfo que había experimentado en los tiempos idos de Noemí. Todas las mujeres tienes esa debilidad, pensó.

El beso se tornó profundo y exquisito y Juan se sorprendió de lo dulce que podría ser su profesora cuando se lo proponía. La respiración de ella era fuerte, parecía asustada por estar haciendo algo prohibido que le podría costar caro si llegaba saberse. Juan Camilo se concentró en que su beso fuera cada vez más seductor y embriagante para una señora que seguramente poco ha besado en muchos años.

– Juan, esto no puede ser – dijo ella interrumpiendo el beso, pero con una voz débil.

– Pero es. Olvide los tabúes y déjese querer que eso no duele – le dijo con una seguridad en su voz de al que él mismo se sorprendía.

– Prométeme que no lo dirás a nadie – le dijo ahora con voz más quebrada y con menos preocupación.

– Le doy mi palabra. Usted me gusta mucho – le dijo triunfante y ahora seguro de que Raquel le estaba concediendo el acceso a sus encantos.

Si algo tenía Juan Camilo, era la capacidad de ser reservado. Y eso era muy valorado por las personas a su alrededor que muchas veces le confiaban sus secretos cuando deseaban que alguien les escuchara. Esa virtud era una prenda de garantía para mujeres como Raquel cuya mayor preocupación era preservar su respeto y reputación.

Entonces el beso continuó hasta desbordar en caricias cada vez mas atrevidas. No había mucho tiempo que perder. Raquel lo sabía. Era una mujer muy ocupada y muy pocas oportunidades, iba a tener para estar a solas con un joven como Juan Camilo. Así que simplemente tomó una actitud pasiva para dejar que éste llegara hasta donde deseara. Juan Camilo abrazó a su profesora que permaneció recostada al mesón de la cocina con las piernas medio temblando y las manos quietas relajadas a lado y lado. Juan sintió el tamaño descomunal de un par de tetas que chocaron con su cuerpo y que ansiaba conocer y chupar.

Raquel correspondía el beso seductor que disfrutaba como niña de quince años cuando besa por vez primera. Él pronto empezó a deshacer los botones de la camisa cerrada que Raquel lucía. Ella lo dejaba actuar sin impedirle nada, se sentía totalmente entregada a sus encantos. La piel se le sentía muy tibia. Raquel extendió los brazos hacia atrás y el joven sin apresurarse le quitó la camisa. Miró por un momento los sostenes de grandes copas exigidas al máximo para albergar tamaños senos que se desbordaban muy sensualmente. Raquel tenía mas encantos de los que un hombre se podía imaginar. Juan Camilo abrigaba ya una erección de hierro y se atrevió a tomar la mano de su profesora para dirigírsela justo a su paquete e invitarla a que le diera caricias en su sexo por encima del pantalón. Ella intentó reaccionar negativamente, pero luego se deleitó con ese gesto de atrevimiento y conmovida acarició con morbo el paquete encantador de su alumno. Hacía mucho tiempo no experimentaba la sensación de tocar un miembro duro y tan varonil. La excitación de Raquel se evidenciaba en su expresión. Juan Camilo retiró las gafas de su profesora y encontró bellos esos ojos negros y miopes.

Raquel se quitó lentamente sus sostenes y Juan Camilo abrumado no pudo evitar lanzar una mirada devoradora sobre las tetas caídas más grandes que vería en su vida. Se desparramaban un poco hacia abajo por su peso, pero lucían siempre gordas y firmes pese a ello. No parecían pertenecer a ese cuerpo tan esbelto. Esos pechos parecían colgar como sacos redondos amarrados a una viga firme. Los pezones eran de un marrón claro y bien carnosos, pero lo que más le gustaban eran las aureolas: perfectamente redondas y de un tamaño muy amplio. No tenían un límite definido simplemente se iban degradando en un claroscuro hasta fundirse con el color natural del resto de la carnosidad del seno. No había pequitas, ni venas. La piel de esos pechos era limpia y totalmente lisa.

– Las tengo muy grandes. Que pena con tigo – le dijo ella avergonzada después de mirar que su alumno no dejaba de contemplarle los senos.

– Ni se imagina lo mucho que me encantan – le dijo Juan con morbo en su voz. Ella se avergonzó aún más y trató de cubrirlos con sus manos.

Juan Camilo se lo impidió y se lanzó sobre ellos. Su boca pronto y bajo la complacencia de Raquel, empezó a devorar cada centímetro cuadrado de la geografía sensible extensa y carnosa de sus senos. Raquel experimentó un sabroso aleteo electrizante que le recorría los pezones y que se le extendía a todo su cuerpo. Ya no había marcha atrás y la verdad el goce que sentía ahora le parecía necesario para la vida. Se lamentó por un segundo de no haber buscado esas sensaciones con anterioridad, pero al mismo tiempo agradeció a la vida que por lo menos ahora las estuviera experimentando. Se sentía muy complacida con ese jovencito que le estaba dando tanto placer y ni se imaginó en ese instante lo que vendría en momentos postreros.

Juan Camilo estaba muy lejos de ser aquel chico tímido que fue en los primeros encuentros con Noemí, ahora él tomaba las iniciativas si así lo creía pertinente. Así que exhortó a su profesora a que se sentara sobre el mesón. Raquel obedecía sin resistencia ante la alquimia de Juan. Éste desnudó las piernas morenas de su profesora replegando al máximo la falda hacia las caderas. Desnudó los muslos y parte de la prenda íntima. Era un calzón amarilloso clásico y conservador típico de señoras, pero que a Juan eso extrañamente le resultaba mucho más erótico que un mismo baby doll. Su lengua la resbaló a lo largo de cada pierna de pies a muslos mientras sus manos extendidas acariciaban cada uno los grandes pechos caídos y excitados. Raquel solo gemía y gemía como fuera de sí, sin creerse lo que estaba viviendo. Luego ella se bajo del mesón para facilitar las intenciones de su hombre. Juan Camilo sin retirarle la falda larga deslizó el calzón a lo largo de las piernas al tiempo que se agachaba. Arrodillado en el suelo y con el calzón en su mano, metió su cabeza como perrito fiel y asustado por debajo de la falda amplia, miró hacia arriba y divisó entre la obscuridad un montículo poco definido de pelos negros abundantes. Su lengua se fue arrastrando cada vez mas hacia la encrucijada y Raquel complaciente abría las piernas con la ansiedad de sentir que ese joven intrépido que lamía sus muslos tocara finalmente su sexo que tanta necesidad tenía de ser explorado.

Juan Camilo no la hizo esperar. No la torturó ni un minuto. Con su lengua en punta buscó hasta contactar su clítoris. La humedad desbordante de ese chocho le humectó las papilas que se reconciliaron con ese sabor a sexo femenino que extrañaba tanto. El sabor que registró era un poco más suave y delicioso que el de Noemí. Raquel casi gritaba sus gemidos al sentir una corriente de placeres intensos emanarle se su zona erógena. Sentía que su pepita estallaba con los jugueteos de su alumno. Juan Camilo estaba muy excitado y complacido allí debajo, abrigado por la falda y con su boca comiéndose cada palmo de ese chocho tan generoso. Las cosquillas del abundante pelaje alrededor de su boca mientras lamía le encantaban, Se detuvo solo cuando la fatiga en su cuello y en los músculos de su boca, le impidieron seguir. Se levantó luego y la miró a los ojos. Los tenía desorbitados de tanto goce y parecían reclamarle el hecho de que hubiera detenido ese cunilingus tan certero que hacía por lo menos una década ella no había experimentado.

Juan tenía la boca untada de flujos vaginales y tomaba aire. Se sentía embriagado con los aromas suaves y silvestres de ese chocho impregnados en su nariz sucia de secreciones. Raquel con mucha dulzura se tocaba sus pechos con lujuria evidente. Eso excitaba y de que manera a Juan que se deleitó viendo a su profesora tocarse sus enormes tetas. Raquel estaba muy desesperada y urgía de inmediato una penetración contundente sino quería desfallecer de morbo. Sintió que no se pertenecía del todo. Así que sin veleidades tomó a su hombre y le bajó a la vez el pantalón y el calzón de un solo tirón hasta las rodillas. El pene de Juan salió disparado como resorte y a Raquel se le iluminaron los ojos al ver un miembro largo y provocador que prometía mucho placer. Quiso meterlo a su boca, lo ansiaba, pero su vagina lo reclamaba a gritos. Lo tomó entre sus manos para halar a Juan Camilo quien obligado dio un paso adelante. Sus bocas quedaron a centímetros y los ojos llenitos de lujuria se estrellaron.

– Métemelo por favor. No aguanto más las ganas – le ordenó dando un apretón con su mano justo en el cilindro carnudo que tenía atrapado como una ave rapiña a un gusano.

Raquel se volvió a subir en el mesón de su cocina y abrió las piernas aún con la falda puesta. Juan no hizo nada por destaparla toda, así, medio vestida, le parecía mas excitante. Ella simplemente abrió más sus piernas y alzó la falda. Juan Camilo entró su verga suavemente toda hasta el tope y sin vacilaciones. Sus vellos púbicos se entrelazaron, pues ambos lo tenían en abundancia. El mesón daba la altura perfecta como si hubiera sido diseñado para él. Arremetió con disciplina y en un constante vaivén que lo reconcilió con ese cosquilleo delicioso que tanta falta le hacía. Sintió un calor delicioso que arropaba su verga. Raquel por su parte volvió a sentirse mujer. Miraba fijamente los ojos de su amado y de vez en cuando se divertía al contemplar ese miembro tan viril entrar y salir con soltura de su concha. El meneo la llevaba cada vez más a un estado perturbador al borde de la locura. Sentía que algo bullía allá dentro en su cueva y que estaba a punto de estallar. Primero jadeaba, luego gemía y mas tarde sentía que iba a estallar en un grito inaguantable. Juan Camilo no daba pausas. Parecía dotado de una energía inusitada como si fuera una máquina de sexo. Metía y sacaba su pene como un pistón una y otra vez aun ritmo constante mientras sus manos acariciaban las tetas gordas y grandes que Raquel ofrecía. A veces se encorvaba para lamerlas y chuparlas, sin dejar nunca de embestir a su necesitada profesora. Bañados en sudor ambos luego de varios minutos jadeaban al unísono disfrutando del sexo simple y puro como burlándose de los prejuicios de la edad. Juan siempre fue cauto y responsable con asuntos de preñez. Así que por más ansioso y excitado que estuviera en una situación siempre hacía la misma cuando sabía que el orgasmo era imparable:

– ¿Puedo terminar dentro? -

Raquel en su aparente inconciencia y goce a punto de estallar alcanzó a asentir con su cabeza. Juan Camilo entonces prosiguió sus embestidas con más ahínco y crudeza al tiempo que su boca mordisqueaba el pezón derecho de su profesora. Se detuvo y emitió un grito corto y exasperante. Estalló dentro al tiempo que ella parecía bullir de lujuria en un gemido grave, largo y profundo. Habían copulado muy deliciosamente y no se despegaron hasta pasados muchos minutos cuando sus cuerpos alterados no volvieron a encontrar cierto sosiego. Se dieron un beso breve intenso que significó el inicio de una etapa nueva en sus vidas. Juan Camilo se sintió triunfante y seguro de sus intuiciones. Era consciente de ostentar cierto encanto poco común en los chicos de su edad. Tal vez no le iba bien con las chicas de su edad, pero se complacía al saber que no le era imposible conquistar a mujeres de apariencia difícil como Raquel o como la misma Noemí.

Juan Camilo tuvo que esperar casi un mes y medio para poder volver a tener sexo con su profesora, pues ésta no contaba con mucho tiempo y privacidad. Todo debía ser planificado. Tuvieron que resolver todo en un campo neutral: en un motel alejado de la ciudad en el que entraron en un taxi. Ella accedió no sin antes colocarse una serie de atuendos que disimularan su identidad; gafas oscuras, labios pintados, sombrero etc. A Juan todo le pareció divertido y novedoso, pues para él fue la primera vez que entró a un motel de enamorados.

Raquel fue ésta vez mas atrevida para con él. Se sintió mas segura de sí misma una vez se halló encerrada en las cuatro paredes de esa alcoba extraña y diseñada para el amor. Juan Camilo y ella se desnudaron completamente y hasta tomaron un baño previo al sexo. Raquel se deleitó hasta el cansancio haciendo lo que alguna vez más le gustaba hacer: chupar un pene. Lo hizo hasta desgastarse de cansancio. Juan Camilo se sorprendió de lo obsesionada que resultó ser su profesora con el sexo oral. No solo se lo mamaba por largos momentos y sin pausa, sino que él podía tener orgasmos en la boca de ella. Eso le encantaba a Raquel y llenaba a Juan Camilo de morbo. Fue algo novedoso puesto que nunca Noemí se lo permitió.

Otra cosa que Juan pudo experimentar bajo los encantos de Raquel por vez primera fue el sexo anal. Noemí le había dicho desde un principio que a ella eso le resultaba cochino y doloroso y que por ello no lo accedía. A Raquel por su parte el acto anal le parecía placentero siempre y cuando hubiera excitación previa y una buena lubricación. Juan aprendió que en el mundo de las pasiones, en el lado oscuro del ser humano; las apariencias engañaban muy fácilmente, pues Raquel en apariencia podría percibirse mucho mas recatada en asuntos de sexo que Noemí quien parecía más atrevida, pero lo cierto es que era Raquel mucho mas complaciente para con todos los caprichos y gimoteos eróticos que tanto enloquecen a un hombre.

Así que en ese motel Juan Camilo, con sus últimas fuerzas y con su pene cansado de agitarse después de una prolongada penetración vaginal en varias poses tuvo por fin sexo anal. Su verga todavía viril, pero sucia de su propio semen, de jugos vaginales y de la saliva abundante de Raquel penetró hondo y sin problemas en el culo de ésta. Sintió al principio una estrechez que parecía imposible de franquear. Pero luego el anillo se dilató a tal punto que sintió una ola de sensaciones deliciosas y calurosas en su pene. La visión de un a mujer en esa pose, a cuatro patas, mostrando un trasero tan dotado y explayado siempre le pareció una imagen muy cargada eróticamente como par resistirla. Y es que tener a Raquel totalmente desnuda ante sí en cualquier pose que fuera, era un espectáculo. Esa esbeltez y elegancia abanicadas por un par de senos descomunales y un trasero no menos vistoso eran tremendamente seductoras ante cualquier hombre que no se quedara con el concepto tonto de pensar que detrás de esa señora de gruesos cristales y apariencia aburrida no había encantos.

Salieron felices esa vez y sería la pauta a seguir por varios meses hasta que Juan Camilo por fin tuvo una novia de su edad: la gordita Maria, una jovencita en un curso anterior al de él, pero que estaba bajo la batuta de Raquel en algunas materias. Ésta, se sintió amenazada e incapaz de competir con una joven y bella mujer cuando se enteró por boca de terceros del amorío. Juan Camilo, apenado, descaradamente trató de convencer a su profesora de que él aún así la deseaba, pero Raquel no le perdonó nunca la falta de sensatez y terminó por alejarse lentamente de él disminuyendo cada vez mas sus encuentros furtivos. Lo dejó definitivamente cuando encontró un remplazo con un joven universitario al que ella asesoró en una tesis. De todas maneras ella siempre quedaría agradecida con Juan Camilo por haberla conducido a un mundo de placeres al que ella inconscientemente había renunciado. Él, resignado a perderla, aceptó su falta y se dedicó a cultivar una bonita relación con su María hasta que por razones de alejamiento romperían. Después Juan Camilo, ya todo un universitario caería nuevamente en los abismos de una mujer que le doblaba la edad: su profesora Isabel.

RELATOS. Las mejores maduras son vecinas

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Las mejores maduras son vecinas. Todos nosotros lo sabemos, porque… primero las saludamos en la calle yendo nos a la compra con su mamá, después hablamos con ellas cuando las encontramos en la calle casualmente – por el respecto de nuestros padres claro, despues las observamos, nos fijamos como al culo tanto el pecho, las piernas, la boca, etc. Terminamos con una deseo inmenso de follarlas. El deseo crece en una tremenda gana y nesecidad que resulta con miles de pajas, hasta que no se cumpla el sueńo.

II

En mi vecindario vive un seńera de 54 ańos llamada Teresa. Tiene su historía. Vivía con su marido hasta que se quedó viuda. Él se murió porque era un alcohólico notorio. Cuando se murió él, ella tenía 45 ańos. Teresa es una dońa muy firme, muy educada, superior a él, y nadie sabía como ella podía ser su esposa. Yo creo que la muerte de él para ella fue un alivio, no sólo en el sentido de que puedía conseguir otro hombre, sino que, por lo menos, iba a vivir sola y eso le resulta más fácil que con un tipo así. Pero Teresa no quería otro hombre, la razón fue que ella era una mujer conservadora, tranquila y decente. Tenía su dignidad, segura en si, y sus actitudes eran muy inteligentes. Trabajaba en el Municipio del pueblo como la secretaria de actas y era una figura muy importante y respectada por todos los ciudadanos. Poca gente se atrevía hacer «algo» en sentido, preguntar a salir con ella, etc. Ella no dejaba a nadie que se le acercara. La amistad mantenía con un grupo de personas que conocía desde mucho tiempo y con los compańeros de la oficina. Uno de sus socios eran mis abuelos que viven en nuestro barrio.

III

Mis primeros recuerdos de Teresa fue justamente en la casa de mi abuelo. Su marido todaía estaba vivo pero no pasaba mucho tiempo con ella. Teresa solía venir a departamento de mis abuelos. Yo era un nińo de seis ańos y venía también a la casa de mi abuelo cuando me daba gana. Yo con seis ańos no sabía nada de la vida todavía. En la calle aprendí montón de malas palabras y al no saber ni que significaban, una vez en casa de mi abuelo, las pronunciaba en la voz alta. Eso producía una erupción de la sonrisa avergonzada de Teresa. Decía yo: «la vagina, el culo, la verga, el pene, follando, pajeando, las tetas,» etc. Todos se sentían apenados, menos yo, claro, y Teresa que se divertía de mis tonterias. A mi abuelo le dió tanta pena de que quería castigarme de alguna forma, pero ella me defendía. Su sonrisa era tan umilde y tan inocente que a todo el mundo le gustó y a mí también aunqué todavía era un chamaco, y por esa razón yo repitía muchas, muchas vezes esas palabras.

IV

Desde entonces pasaron como catorce ańos. Mientras tanto su marido falleció. Teresa se qudó a vivir sola. Tenía un hijo grande ya, era un hombre con su propia familia pero vivía lejos de ella. No buscó otro hombre, vivía sola y «dependía» solamente de su trabajo y varios amigos. Cuando crecí un poco más y empezé mirar mujeres, me fijé también a los detalles de ella, ahora de los ojos a un hombre. Era una tremenda mujer, de altura 1,70, siempre seria, pelo pintado en rojo, llevaba blusas que no mostraban nada de su cuerpo, pero tetas grandes no podía ocultar. Observandola detenidamente descubrí que llevaba sostenes viejos modelos, muy duros, bien formados, para que sostenga sus tetas rectas, que ya estaban un poco flojas y caidas. Cada blusa o abrigo llegaba hasta el cuello y casi siempre usaba el pantalón. Pero yo no sé, que me exita más. Ver una mujer desnuda con tetas medías, o una tetona que las cubre y oculta por completo. Sé. Simplemente, me calientan las que cubren y ocultan. Teresa cubría su tesoro. Ella tenía, pero no quría que los demás las vieran. Lo peor para mi era que siempre se vestia en colores como rojo, negro, rojo oscuro. Yo tenía envidia de la tela que cubría sus pechos aprietandole tanto. Llevaba las gafas porque no quería que se vieran arugas en su cara. La cara era bonita. Era una preciosa mujer. Tenía buenas piernas y un buen trasero. Cuando usaba faldas, casi siempre eran rojas con negras medias de naylon. Muy sexy.

V

Con cinquenta y tres se jubiló. Eso era una nueva época para ella. Tiempo pasaba en la casa, salía solamente a las tiendas y por la tarde a caminar con su compańera por el borde del rio. Poco a poco se daba cuenta que ya tiene bastante ańos y también que no era tan importante en la vida social. Yo practicaba el atletismo y también usaba el mismo lugar, al lado de rio, para correr. Empezamos vernos casi cada día. Aluguna vez pasaba corriendo al lado de ella, alguna vez caminaba y tenía oportunidad de saludarla y cambiar pocas palabras. A ella le gustaban los chicos deportistas y sobretodo que sean educados. Se sonría siempre cuando me saludaba. Yo sinceram(i)ente en mi cabeza no tenía la idea de que algo pudiera ocurrir entre nosotros. Para mi Teresa siempre era la amiga de mis abuelos y de mi mamá, respectuosa vecina y nada más. Además, ya tiene ańos (54), si fuera 10 ańos menor o.k., pero ahora ya es una persona de edad. (Teresa era menor solo seis ańos que mi abuela, y mi abuela era un verdadero desastre!) Pero, no era todo así. Gracias a su prácitca física cada día, Teresa mantenía su cuerpo en un buen estado, cuanto se podía, claro.

Ya expliqué que ella no tenía más su trabajo y a sus compańeros que la rodeaban. Todo eso la hizo más comunicativa y más abierta.

En una ocasión cuando nos topamos en la calle, ella me dijo:

– Te acuerdas cuando eras muy chicito como eras un nińo intranquilo. Estabas un dolor de cabeza para tu mamá. Mira lo ahora, un deportista! -, todo eso me decía como si yo fuera esa misma criatura de seis ańos, y en vez de decir «hombre» me dijo «deportista». Me quedé enojado y le respondí ponerme un poco atrevido:

-Yo soy un hombre de veinte i pico ańos, y me acuerdo muy bien todo lo que hacía y decía y cada vez cuando usted se sonreía de mis palabras. Lo sé muy, muy bien. No me olvido tan fácil. -

Ella de repente paró de reirse, me miró a los hojos y de nuevo me dió una sonrisa ahora más carińosa y más provocativa que duró solo un instante. De repenté se puso nerviosa, se dió vuelta observando si alguien nos estaba mirando, parecía ofendida de mis palabras, y se despidió de mí no mirarme. Solo ańadió:

– Saluda a tu mamá.-

VI

Eso fue el momento cuando empezó existir algo muy especial entre nosotros dos. Yo no estaba seguro que ella realmente quería, y no me atrevía ir un paso adelante. Pero, como yo todavía no tenía la experiencia sexual con una mujer de esa edad, la idea de probarlo con ella me calentó más y más. Y ella, ella tenía un bloqueo en la cabeza que yo todavía era el nińo de quien se acordaba hace 15 ańos, y sobretodo era mujer muy estricta y firme.

Asi pasaron varias semanas sin ningun contacto entre nosotros. Yo salía a correr, pero ella no salía a caminar, hasta que una tarde nos encontramos justo cuando yo había terminado mi entrenamiento. Ella caminaba con su amiga y yo con un amigo mio. Era tiempo de calor y ella estaba vestida en una camiseta simple. Bueno, realmente tenia una más corta a bajo, yo era complatamente mojado por los pechos y por la espalda del sudor. Las saludamos cordinalmente y comentamos que estaba un buen día para pasear y correr por la naturaleza. De repente, ella me dijo muy directo:

– Como estas sudado…, y por qué no te quitas la camiseta ? -

Uh, ahora yo me quedé asombrado, pero actué como si no hubíera pasado nada. Le respodní que lo iba a hacer en la casa. En el mismo momento bajé mi mirada más discreto a sus tetas que se podían ver muy bien incluso a los pezones. Por primera vez ví sus tetas tan cerca. No llevaba el sostén y se veían en muy, muy buenas condiciones. Intercambiamos las miradas y nos despedimos. Parece que ella decidió dar un pasó adelante, y a mi me gustó mucho. Al ducharme hizé una maravillosa paja imaginando chupar los melones que ví reciente. Con los ańos, a Teresa se aumentó el estomago, el culo y las tetas. Eso pasa a muchas mujeres que se pongan más maduras. A mi no me molestaba nada eso. Lo de ella, cada vez me calentaba más y más.

VII

Un día entre semana me fuí al hospital. Y mientras estaba esperando mi turno en el consultorio, eché un vistazo por la ventana. Ví a Teresa como se acercaba al hospital. Estaba muy bien areglada, pintada, tenía la falda roja hasta rodillas, medias negras, pechos se notaban desde lejos por la blusa negra que tenía puesta y llevaba un bolso en la mano. Se veía muy atractiva. Al entrar al hospital Teresa tenía que pasar al lado de algunos albańiles que estaban desayunando sentados en la calle. Por las actuaciones y risas de ellos ví que le decían priopos vulgares y cosas que no se dicen a una mujer fina como ella, además en el medio de la calle. Me fijé que había entrado en la farmacía que quedaba a bajo. De repente decidí salir del consultorio y corrí hacia la puerta de la farmacia. Allí esperé. Cuando ella salío, se notaba que estaba ofendida de lo que pasó cuando entraba a la farmacía. Yo me hacía que salía normalmente del hospital. «Casualmente» nos encontramos en frente de la farmacía. Después de saludos y varias palabras le pregunté si ella se iba a la casa. Me respondió que sí, y nos fuimos junto. Al pasar por los albańiles maleducados que todavía desayanban allá, yo tenía preparado un plan. Cuando nos acercamos bastante, yo golpeé con mis manos en forma de aplaudir varias veces muy fuerte y les grité:

– Vamos muchachos, se acabó el desayuno, hay que trabajar! El dueńo les llama. Vamos, vamos, rapido. En la fila, en la fila, vamos! – , decía yo con una seriedad, jodiendo a ellos.

Ellos se confundieron, primero se pararon, después se fijaron al rejoh si receso se acabó y si de verdad el dueńo estaba llamandolos. Mientras nosotros dos ya pasamos y los dejamos ofendidos y enfatizados. Ella se emocionó tanto que se mataba de la risa, estaba muy, muy contenta y satisfecha. Yo caminaba con una dignidad como si no hubiera pasado nada. Fue mí verdadera victoría. La observé con calma, ella estaba contenta y no quitaba la mirada de mi.

-Sabes, eres un maravilloso muchacho, que sabe proteger a una mujer.-, fue primero lo que dijo después de la risa.

Casi me desmayé. De repenté sentí ondas tan tiernas y fuertes que venían de su lado. Le miré otra vez sin palabras. Teresa no quitaba la mirada de mi.

– Eres un hombre valiente -, ańadió ella, por fin bajando su mirada hacía bajo.

No sabía que decir, estaba confundido y también tuve una sensacion expectacular. Parece que conquisté a una mujer con una cosa tan pequeńa, y a mi novia nunca pude. Le respodní que siempre lo haría por ella. Teresa se puso roja en la cara, pero se notaba que le gustaba cada mi palabra.

Al medio del camino, me dí cuenta que ella en su mano llevaba «el tiket».

– Oh, dońa Teresa, disculpeme yo le voy a sostener el bolso, por favor. Me olvidé casi, y eso es pesado para usted. -

Ella también lo quría, que yo cargara a su bolso. Y parecía que quería entregar mucho más que solo un simple bolso.

– Oh, no es necesario, no es necesario, ya lo hiciste mucho para mi, yo puedo sola -.

Pero me lo entregó fácil con una sonrisa nueva en su cara, que mostraba un deseo y una gana indefinida, sin barreras. Me miró a los ojos hasta que yo dejé de mirarla.

VIII

Yo tragé mi saliva al llegar a la entrada de su edificio. Algo se rompió en mi. Le dí el bolso y le dijé al final :

– Me voy a la casa Teresa, nos vemos. -, me dí vuelta y volé a la casa.

No sé si se sorprendió o no, me fui furioso y no pensaba de lo que ella estaba pensando. Lo que me pasó no era el miedo, era algo distinto de lo creía. Todo lo que sucedió hoy, el intercambio de energías y emociones entre nosotros, yo no quería tomar solamente como un pretexto para acostarme con ella, porque soy un ser humano y tengo el sentimiento más que un animal. Po puedo follarla, cerrarme el pantalon, y marcharme, como si no estuviera pasado nada. Tuve una emoción más profunda en todo esto. El respecto que tenía hacía ella solamente se estableció más fuerte. No soy uno de los albańiles que solo ven el cuerpo y menos todavía, yo conocía su historía, su personalidad. Esa mujer no se había entregado a nadie ni antes ni después de la muerte de su marido. Poco después de la muerte de su marido, cuando para Teresa estaba más dificil vivir sola, mi abuela rompió todas las relaciones con ella por la envidia de que a mi abuelo le gustara más Teresa que ella misma. Resistió todo, llegó a los 55 casi, aunque perdió su belleza todavía es ermosa y linda. Tomé el papel de su marido y ella, enamorandose de mi, de mi novia que yo siempre imaginaba – atraerme fisicamente y querrerme por mis actitudes normales. Me cambié opinion en sentido de que la nesecitaba como un objeto sexual.

Teresa se quedó con boca abierta. Quizó decir algo, se dió vuelta y decepcionada y triste entró al edificio.

IX

Varias días pensaba solamente de ella en mi pieza. La imagianaba como una perfecta mujer para mi si solamente estuviera menor. De mi edad, no… puede ser y cinco ańos menor, bueno….. daría y quince ańos solamente que sea la verdad. Al final pensé, acepto y si tuviera la edad que cuando yo tenía seis y ella cuarenta… aunqué podia ser y ….

Lo que pasó después…. fue inolvidable……. pero les voy a contar

otra vez, si lo quieren.

RELATOS. Viaje de placer con mi hermana

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Luego de la muerte de mi padre, el tiempo fue pasando y comenzamos con todos los trámites de la repartición de la herencia entre hermanos y la parte que le correspondía a mi madre. Yo era el mayor de los 5 hermanos , 44 años, , seguido por mi hermana Raquel de 42 años. Al ser los mayores y teniendo la aprobación de todos, fuimos los encargados de ver todo el tema, quedándonos el último tramite que era vender la casa que mi padre tenía en el sur.

Fue a si, como viajamos ambos al sur, a ver que cosas se venderían con la casa, que cosas sacaríamos y en fin a darle un pequeño arreglo a esta para obtener el mejor valor posible.

En un principio nos estaba acompañando mi cuñado, pero a última hora se le presentó un problema en el trabajo y no pudo viajar. Mi señora, se quedó obviamente en casa, al cuidado de los niños que estaban en clases, por lo que partimos temprano con mi hermana Raquel al sur.

Llegamos muy tarde a la pequeña ciudad, pasamos a cenar algo rápido y nos fuimos a la casa. La verdad estaba bastante deteriorada, la reja de madera estaba golpeada, seguramente por un vehículo, el pasto parecía una selva y adentro un olor a encierro increíble. Habían pasado fácilmente dos años desde la última vez que se ocupo.

Lo primero que hicimos fue abrir todas las ventanas para que se ventilara, luego nos dedicamos a asear los cuartos donde íbamos a dormir, cambiar sábanas, etc. Como estábamos muy cansados por el viaje, nos acostamos temprano para empezar mañana temprano a poner en orden la casa.

El despertar en esa casa era completamente distinto, el aire de campo, los pájaros, la tranquilidad, me hizo recordar los viejos tiempo cuando mi padre nos traía a todos a descansar en esas lejanas tierras.

Entre al cuarto de mi hermana a despertarla y la encontré que se estaba vistiendo. No se sorprendió mucho, ya que éramos hermanos, cuando vivíamos en casa la había visto muchas veces así, y como ya se había colocado los pantalones y su sostén , solo la vi sin la blusa. Sin embargo de haber entrado unos segundos antes, me hubiese encontrado con todo un espectáculo, por que si hay algo por lo que destaca Raquel, es por sus grandes pechos. De un modo natural la saludé y le dije que iría a comprar pan de campo para que tomáramos desayuno.

En el trayecto me encontré con unos tipos que estaba cortando un árbol y les mencione si estaba interesado en ganarse unos pesos para ir a arreglar nuestro jardín. Encantados accedieron y en menos de una hora ya se encontraban trabajando en este.

Comenzamos a limpiar la casa, correr muebles, botar infinidad de cosas. Recordábamos nuestra niñez en esa casa, llena de hermosos recuerdos de juventud.

Mi hermana a ratos se emocionaba al encontrar fotos o cosas que le hacían recordar a nuestro padre, y yo como hermano mayor la consolaba.

A si transcurrió el día. Los tipos que contraté avanzaron mucho ese día y seguramente en la mañana del otro día terminarían su trabajo. También se ofrecieron a cambiar unas planchas de techo que estaban muy deterioradas, a un muy económico precio, para nosotros que éramos de la gran ciudad.

Almorzamos afuera, aunque nos costo encontrar donde, ya que al ser un pueblo tan pequeño, solo había un pequeño, podríamos decir, restauran. La comida no era muy buena y mi hermana sugirió que pasáramos por un almacén, para que ella cocinara la cena de la noche. Toda la gente del pueblo nos miraba con mucha atención, se notaba inmediatamente que éramos de afuera, aparte que gracias a mi buena situación económica, mi 4×4 resaltaba completamente de las viejas camionetas del lugar.

Entramos en un pequeño almacén, comparamos unos víveres, cervezas y otras cosas para subsistir los pocos días que nos quedaríamos ahí. Me anime a comprar una botella de vino que no conocía, y algo un poco más fuerte para la noche.

Ya la casa había tomado nuevamente vida, aunque si a base de mucho trabajo de ambos. El jardín había quedado muy hermoso, el olor a encierro a base de desodorantes ambiéntales y ventilación y los tipos habían terminado de arreglar el techo.

Esa noche mi hermana preparó una cena fabulosa, la que amenizamos con la botella de vino que compre, que resulto ser exquisita y la que terminamos. Obviamente me llevaría unas cuantas botellas para mi casa.

Salimos al jardín, nos sentamos afuera a admirar las estrellas. La noche estaba completamente estrellada, la luna estaba saliendo por detrás de unos cerros y al no haber ni una luz en la calle, el paisaje era divino, sin ni un ruido, solo el sonido de los grillos nos acompañaban.

Conversamos muchas cosas, de mi trabajo, de nuestras respectivas familias, hermanos esposo hijos etc. La conversación estaba tan agradable, que aun estando cansados de haber trabajado todo el día no nos queríamos ir a acostar. Incluso ella misma me sugirió que preparara unos tragos con el licor que había comprado, aunque sabíamos que con todo el vino que habíamos comprado, nos haría mal.

Siempre con Raquel habíamos sido muy unidos, asistíamos a fiestas juntos, era la madrina de mi hija, y yo de su hijo, lejos éramos los dos mas unidos que con todos los otros. La verdad lo estaba pasando muy bien, completamente alejado de mis problemas, sentado en la oscuridad, recordando nuestra juventud con mi hermana.

Me encantaba su forma de ser, sencilla, directa, sin calentarse cabeza por tonteras. Raquel era de un carácter muy dominante, pero conmigo siempre se mostró pasiva, haciéndome caso en todo, una especie de ejemplo a seguir. Físicamente no era un mujer delgada, digamos gruesa, muy ancha de caderas, y como mencioné pechos muy grandes, pero sin legar hacer gorda.

Ya con varios tragos encima, yo abrazándola y ella apoyada en mi hombro, el ambiente era propicio para cualquiera pareja de enamorados y conversando, me confesó que se sentía muy bien al estar en esos momento ahí conmigo, sintiéndose protegida por su hermano mayor, y por ahí fue confesándome que siempre había sentido mi apoyo y que aunque sonara feo decirlo, ella me quería mas que a cualquiera de nuestros hermanos.

Siguió confesándose, animada por el alcohol, diciéndome que siempre ella me había visto como un ejemplo a seguir, orgullosa siempre por mis logros, como a veces sin que yo me enterara, con celos típicos de hermana, me corría a mis pretendientes.

Yo me reía al enterarme como había corrido a una tipa que siempre me gustó, pero a al vez me sentía alagado al recibir tanta atención de mi hermana y ver lo mucho que me quería. Yo también le confesé que con ella siempre he tenido mejor llegada que con nuestros otros hermanos, queme gustaba su forma de ser, que siempre sabía que podía contar con ella y que también la quería mucho. Mi hermana se incorporó un poco y me dio un fuerte beso en la mejilla. Quedándose abrasada a mí. Me dijo que estos dos días lo había pasado muy bien, que no echaba ni un poco de menos a su familia y que le daba un poco de lata volver a la ciudad., que se imaginaba a veces que éramos parejas viviendo una pequeña luna de miel, apartados de todo problema, yo cariñosamente la bese en la mejilla, mientras también le confesaba lo bien que la había pasado con ella, hasta que ella me dio un nuevo beso, pero esta vez mas cerca de la comisura de mis labios. Yo seguía hablando mientras ella me acariciaba los cabellos, cuando un nuevo corto y suave beso, fue a parar directamente a mis labios.

No le di mayor importancia, pensando que ese beso iba seguramente dirigido a mi mejilla, y que por sus tragos de mas habían ido a para a ese lugar, cuando un nuevo y corto beso callo en el mismo lugar.

Me quedé callado, mirándola directamente a los ojos. Una lágrima comenzaba a salir de su ojo.

¿Que te pasa?

Nada …. (muy silenciosamente)

La abrace mas aun y le di pequeños besos en sus mejillas y ella en las mías, hasta que nuestros labios, suavemente se toparon. Nos quedamos en silencio un instante, pensando en que estaba ocurriendo, cuando ella directamente me dio otro suave beso en los labios seguido de uno mió. Suavemente continuamos juntando nuestros labios hasta que sentí como los de ella se abrían un poco. No me di ni cuenta, cuando suavemente mi lengua salio de mi boca y encontró la de ella, acariciándose.

Nos besábamos muy suavemente, acariciando suavemente nuestras lenguas, sintiendo el corazón de ella muy agitado. Fue un beso largo, intenso pero suave. Nos separamos y nos quedamos en silencio, bajo esa estrellada noche, pensando en que estaba pasando. Fue un largo silencio, pero sintiendo como ella me abrazaba con más fuerza aun. En mi todo daba vueltas, no sabía si estaba despierto o soñando, pero cuando quise decir algo para romper el hielo, nuevamente la boca de mi hermana busca la mía y me besa con la misma intensidad.

Besaba de una forma exquisita, casi divina, y fundidos en ese beso, nos fuimos abrazando más y más. Sentía sus grandes pechos apoyados en el mío, su respiración agitándose poco a poco, mientras mi verga, recibía todas las sensaciones de ese beso. Puse mi mano en su pierna, aprestándosela con fuerza, subiéndola lentamente, luego sentí su mano sobre la mía apretándola, pensando que evitaría que siguiera subiendo, pero al contrario, la tomo y la coloco sobre uno de sus pechos. Con amor acaricie sus grandes pechos por sobre el vestido, notando el gran tamaño de sus pezones que estaban erguidos. Nos besamos por mucho rato, siempre acariciándonos tiernamente. Sus pechos, su pelo, sus piernas, mientras ella masajeaba mi pecho, bajando su mano, pero solo hasta mi vientre, sin llegar mas allá.

Era un sueño lo que estaba pasando, como era posible que dos hermanos estuviesen así, el tiempo parecía haberse detenido y los besos de mi hermana me tenían en las nueves, queriendo que nunca acabaran.

Dejamos de besarnos y nos quedamos abrazados, acariciándonos amorosamente, sin decir nada.

tengo miedo de lo que pueda ocurrir

a que te refieres hermanita

tu sabes … somos adultos..pero somos hermanos

lo se … es muy extraño .. jamás me hubiese imaginado estar a si contigo

te confieso algo .. yo si

¿por que lo dices?

siempre me gustaste, tu forma de ser, tu cuerpo, tu olor, todo….

No puedo creer lo que dices

Es verdad.. de joven ansiaba tu compañía … soñaba con un beso tuyo

Tu siempre me apresaste muy bonita , pero nunca pensé en estar así contigo

Y ahora justo pasa que estoy tan vieja , tan gorda

Lo dices enserio .. yo te encuentro muy hermosa

Raúl .. ¿te puedo pedir un favor?

El que quieras

¿Podríamos imaginar que esta noche no somos hermanos?.. solo dos personas adultas, que no tienen ni un compromiso, si señora, sin maridos sin hijos, sin importar nada…

¿De verdad lo quieres?

Has mi sueño realidad mi amor… que sea nuestro secreto

Será como tu quieres .. y como yo también lo deseó… nuestro secreto hasta la muerte

Nuestros besos continuaron, esta vez mas apasionados. Mis manos en su cintura la atraían a mí, y ella respiraba muy agitadamente sin dejar de besarme. Hasta que se levanta y tomándome de la mano, me lleva hasta su cuarto.

Con la luz apagada nos abrazamos al medio de su cuarto, sintiendo nuestros cuerpos frotarse uno contra el otro. Mi mano descaradamente acariciaba su nalga por sobre su vestido, grande, carnosa, apetitosa luego fui buscando bajo su vestido hasta encontrar su piel desnuda. La acaricie suavemente, sintiendo como su piel se erizaba al contacto de mi mano. Mi hermana tenía una gran culo, muy ancha de caderas. Me deleite tocando ambas entre mis manos, apretándoselas, acariciándoselas en la oscuridad de su habitación. Le tome el vestido y se lo levante. No fue fácil pasar esas grandes nalgas por el, pero cuando a si lo hice, sentí sus dos nalgas al aire, expuestas sintiendo como las manos de su propio hermano, las recorrían , como jugaban con su calzón, metiéndose bajo este, sintiendo su piel erizada al contacto de mis caricias. Ojala mi mujer hubiese tenido unas nalgas tan ricas como las de mi hermana, que no dejaba de besarme ni un minuto, con sus manos sobre mi cuello, dejándose tocar.

Estaba nerviosa, pero excitada, todos mis movimientos fueron muy lentos, muy suaves, haciéndola sentir una deseable mujer. Nada me apuraba, nadie nos podía sorprender, teníamos todo el tiempo del mundo para descubrir nuestra sensualidad.

Desabroche su vestido y acaricie su espalda desnuda sin quitárselo. Raquel se estremecía a cada una de mis caricias, nerviosa, sin hacer nada, solo dejándose llevar. Atrás había quedado esa mujer de carácter fuerte y autoritaria, entregada completamente a su hermano, sumisa, sintiendo sensaciones nuevas, prohibidas. Sabía muy bien, por su carácter y su forma de comportarse y de pensar, que Raquel, en todos esos años de matrimonio, de seguro le había sido fiel a mi cuñado, no me cabía duda de eso, pero hoy, en la oscuridad de su cuarto, se entregaba en cuerpo y alma a otro hombre, a besos desconocidos, a caricias desconocidas y ese hombre era yo. Me deseaba, pero no sabía como actuar, temblaba de miedo, a pesar de su edad, pensando en lo que iba a pasar.

Me comencé a desabrochar la camisa y solté mis pantalones. Le tome su mano y la lleve a mi sexo. Al menor roce con este su mano quiso echar pie atrás, pero luego lo tomo muy suavemente, de una manera indescriptible, como midiendo todo el tamaño de la verga de su hermano. Dura, venosa, impaciente por actuar, mi verga se deslizaba entre sus manos que entrando un poco mas en confianza la acariciaba tiernamente, sin dejar de besarme.

Mis manos acariciaban sus grandes pechos aun tapados bajo la tela de su vestido. Bajaron hasta la base de este, y se lo fui sacando por sobre su cabeza, dejándola solo en ropa interior. Ella termino de sacarme la camisa y bajándome los pantalones que cayeron por su peso al piso.

Nos deslizaos a la cama, todo el cuarto oscuro, solo una leve luz de la luna que comenzaba a salir detrás de unos cerros, era testigo de lo que en ese cuarto iba a pasar.

Mi mano bajó por su vientre, suavemente, desviándose hasta sus gruesas piernas. Mi hermana reaccionaba a cada contacto de mis manos, cada nuevo lugar que era explorado venia acompañado de un escalofrío de parte de Raquel. Lentamente acariciando el interior de sus muslos, fui llegando hasta su entre pierna. Con suavidad comencé a acariciar esta tela, húmeda, seguramente por la excitación de ella al sentirse tocada por un hombre que no era su marido.

Lentamente mis dedos encontraron bajo esa tela dos prominentes labios vaginales, gruesos carnosos, deslizándose entre ellos, aun por sobre la tela, fácilmente reconocibles por lo delgada de la tela y lo grande que eran. Raquel respiraba con dificultad, exaltada. Sentía su cuerpo llenarse de nuevas y excitantes sensaciones. Era divina la forma como su hermano mayor la tocaba y la hacia sentir deseada.

MI mano buscó más allá y deslizando un poco la tela tuvo por primera vez contacto directo con el sexo de ella. Su zona púbica era muy poblada, pero con pelos muy suaves, cosa que siempre me gustó mucho de mis parejas, sus labios vaginales eran increíblemente gruesos, grandes carnosos. Mi dedo comenzó a acariciar esos labios y suavemente fueron presionando mas hasta que me encontré con una zona completamente mojada, la que acaricié una y otra vez, haciendo estremecer con espasmos a mi hermana, que ya gemía pausadamente, al mismo tiempo que movía suavemente sus caderas al ritmo de mi caricia.

Me incorpore , arrodillándome entre sus piernas, y juntándole las piernas comencé a arrebatarle esa prenda. Raquel topaba su rostro con sus brazos, quizás con un poco de vergüenza, pero no puso objeción ninguna a ese movimiento.

Siempre he sido un fanático del sexo oral, de hecho me considero un master en eso. Me excita sentir como una mujer se prende con mi lengua en su sexo, como puedo encontrar el punto exacto donde ella explota. Me aventuré a besar sus pies, chupando sus dedos, para luego ir besando su pantorrilla, sus muslos, hasta ir acomodándome en la mejor posición para mi propósito. Ella al parecer adivinó mis intenciones, me tomó de la cabeza, no me dejó y me hizo subir.

No me quedó más remedio que hacerme cargo de sus pechos. Hermosos, grandes, de pezones que parecían romper la tela. Diestramente lleve mi mano atrás y desabroche esa prenda, liberando las grandes tetas de mi hermana. Como un bebe me dedique a succionar sus pechos fuertemente, sacándole gemidos de placer a Raquel que me acariciaba el pecho y me cambiaba de posición mi cabeza para distribuir mis acarician entre ambas tetas.

Me moría de ganas de penetrarla, a si que me acomode entre sus piernas y mientras nuestros labios se juntaron, mis manos bajo sus nalgas , llevaban mi verga a la entrada de su sexo.

Ella se estremeció al sentir mi verga en esa posición, y bajando sus manas hasta mis nalgas , me presiono contra ella. Ya no había vuelta atrás, mi verga se fue abriendo paso en esa gran concha mojada, llegando hasta el fondo, sintiendo como ella disfrutaba al sentir invadida esa zona, por un hombre distinto a su marido.

La tomé de las nalgas y comencé a penetrarla una y otra vez, intensamente, hasta que ella olvidando todo comenzó a entregarse en fuertes gemidos que retumbaban por todo el cuarto.

Estuvimos mucho rato en esa posición metiéndosela suavemente, sintiendo como ella me apretaba con su sexo mi verga haciéndome sentir como si estuviese masturbándome. Nos colocamos de lado, sin dejar de tocar nuestros culos, siempre besándonos, sintiendo la rica lengua de mi hermana en mi boca, besando0 sus pechos, hasta que ella se separó un poco y bajó hasta mi vientre.

Me quedé de espaldas esperando que mi hermana continuara con esos besos que me daba en el vientre , los dirigiera hasta la cosa que acariciaba con su mano. Ella era un mujer tímida en la cama, seguramente esa noche estaba haciendo su mejor esfuerzo por complacerme, hasta que sentí unos suaves besos en la punta de mi verga.

Sentí como su boca se habría y casi sin tocarla, se iba metiendo mi verga a su boca. Se notaba su falta de experiencia, pero saber que era tu propia hermana la que lo hacía, era lo mas morbosos y placentero del mundo.

Solo duro unos pocos minutos haciéndome sexo oral, luego subió y me besó.

Mis manos no dejaban de manosear sus grandes nalgas, mucho mas grande y ricas que la de mi señora. La coloque boca abajo y me monte sobre ella. Notaba su miedo al sentir la verga de su hermano deslizándose entre sus nalgas, pero mi intención no era metérsela por ahí, no en ese momento al menos, solo quería sentir mi verga aprisionada en esas grandes masas de carne.

Le separé bien sus piernas y busque la entrada de su sexo, donde mi verga nuevamente invadió ese terreno. Mi mano bajo su vientre y comenzó a masturbarla mientras mi sexo hacía su trabajo. Ella gemía disfrutando, sintiendo como su hermano disfrutaba con su cuerpo y al cabo de pocos minutos, no aguantó más y comenzó a acabar. Me encantó sentir como su concha expulsaba como un grifo grandes chorros que me mojaban por completo. Me imaginaba sentir esa acabada en mi boca, era algo que no me podía perder, pero ya habría tiempo para entrenarla como a mi me gusta.

El cuarto poco a poco se había ido alumbrando por los reflejos de la luna que ya había salido. Poyado solo en mis brazos sin dejar de penetrarla podía ver claramente el cuerpo desnudo de mi hermana, sus anchas caderas, sus grandes nalgas bajo mi cuerpo me tenían loco, viendo como mi verga se perdía entre ellas haciéndonos gozar.

Me coloque luego a su lado y la abrace por detrás, recorriendo todo su cuerpo con mis manos, amasando sus grandes tetas, bajando por su vientre tocando su peludo sexo, me excitaba sentir mi mano, los abundantes pelos de su zona genital. Ella entregada completamente a las caricias de su hermano mayor solo echaba el cuerpo hacia atrás , buscando el mayor contacto con mi cuerpo.

Pero mi gran experiencia, apoyado de los tragos que habíamos bebido, me mantenía aun si acabar y con ganas de seguir disfrutando de mi hermana, por lo que separé sus nalgas y nuevamente la penetre lentamente por detrás.

Luego me di vuelta, dejando a mi hermana acostada de espalda sobre mí, besando su cuello y recorriendo cada parte de su cuerpo.

Siempre cariñoso, cuenca violento, fui disfrutando de toda su sexualidad. Con ella sobre mi cuerpo, con sus piernas completamente abiertas, mis dedos siguieron la tarea de masturbarla, hasta que sentí como su cuerpo se contorsionaba anunciando una nueva eyaculación. En ves de parar, acelere mis movimientos sobre su clítoris, mientras ella luchaba por no acabar, hasta que sin poder refrenarse mas, lanzo un gran grito y estruendosamente comenzó a descargarse, lanzando igual que la vez anterior un potente chorro que no cesaba de brotar.

Quedó completamente rendida de espaldas cobre mi cuerpo, tratando de recuperar el aire. Al tocar sus tetas, sentía como su corazón palpitaba a mil, y echando su cara hacia atrás, nos besamos sin cambiar de posición.

Luego costada a mi lado, siempre abrazándome y acariciando mi pecho, muy amorosamente me confesó que hace muchos años que no la hacían sentir mujer. Que esa noche era la primera vez que hacia sexo oral y que las relaciones con mi cuñado eran con suerte una vez al mes, en una forma tradicional, por pocos minutos. Que había olvidado que era sentir dos orgasmos una misma noche, y que de hecho, hacia mucho que no los sentía. Que mi cuñado era muy frió en la cama, que alababa mi forma de tratarla como mujer, como me había preocupado de hacerla sentir bien en todo momento y que a pesar de todo, no estaba arrepentida de haberse entregado a mi esa noche. Pero que estaba preocupada que yo no hubiese alcanzado mi orgasmo, a lo que respondí que sentir como ella acababa, era casi tan delicioso como tenerlo.

Se levantó al baño, cubriéndose, con vergüenza a que su hermano la viera desnuda, a pesar de todo lo pasado. Por lo que escuche, al parecer se lavó sus partes y volvió a mi lado.

Pasó un rato así, abrazada a mi, y viendo que mi verga no bajaba, suavemente me comenzó a masturbar, mientras me seguía diciendo lo mucho que me quería y lo especial en que se había transformado ese viaje. En un nuevo intento por complacerme, fue bajando hasta tener nuevamente mi sexo en su boca. Tratando de hacer lo mejor posible, se esforzó en hacerme sentir bien, aunque solo duró un rato.

Luego volvió a mi lado y me hablo de lo rara que se sentía haciendo eso. Que nunca se lo había echo ni a mi cuñado ni a ningún hombre y que disculpara si no lo hacía bien. También me confesó que le daba vergüenza que sus orgasmos fuesen tan impulsivos, pero yo al contrario, le dije que era una de las cosas que mas nos gustaba a los hombres, ya que así no había duda de que su gozo en la cama era real. Nos besamos y la monte sobre mi cuerpo. Me deleite con apretándole el culo, sintiendo como se ponía nerviosa y se movía cada vez que mis dedos acariciaban la entrada de su culo. Yo le pedía que se dejara llevar, que no haría nada que ella no quisiera.

Luego la penetre de la misma forma, dejándose llevar me daba besos en el cuello. La hice levantarse un poco, quería follarla mientras le besaba sus pechos, eran realmente grandes, exquisitos. Muchos más grandes y apetitosos que los de mí mujer. Me imaginaba lo que me pasaría al estar con ella, recordando el exquisito cuerpo de mi hermana.

Mi hermana terminó por sentarse completamente sobre mi, haciendo que mi verga se enterrara hasta lo mas profundo de su ser, mientras ya la luna me daba una completa imagen de su cuerpo, de sus grandes tetas moviéndose al compás de mis embestidas. Noté que ya estaba tomando el rumbo para un nuevo orgasmo y no podía dejar pasar eso sin degustar el secreto de sus entre pierna, por lo que cambiando de posición, la deje acostada de espalda en la cama y besando sus pechos fui bajando lentamente por su vientre. Ella nuevamente me impedía el paso cerrando sus piernas , pero pidiéndole que se relajara y que confiara en mi, me abrió sus piernas dejándome el camino abierto a mi ansiada búsqueda de su tesoro. Hábilmente comencé a besar el interior de sus muslos, luego el contorno de su sexo, sintiendo sobre mi rostro el abundante vello púbico. Ella estaba completamente nerviosa, a pesar de su edad, jamás un hombre le había echo algo parecido, se llegaba a contorsionar cada vez que mi boca se acercaba a su zona prohibida, hasta que mis labios suavemente besaron sus otros labios. Se estremeció al contacto y junto las piernas apretándome la cara, con maestría se las volví a abrir y suavemente continué mi afanosa tarea. Luego de un rato, mi lengua ya estaba en su interior y ella aun sin relajarse, se mantenía expectante a lo que estaba sucediendo. Pasó un buen rato, varias beses me pidió que me detuviera y que me subiera a penetrarla de la forma habitual, pero yo estaba embelesado con esa zona, y no me saldría hasta conseguir lo que había ido a buscar.

Ya su cuerpo se entregaba completamente a mis caricias y separando las piernas comenzó a gozar con la lengua de su hermano metida en sus partes íntimas. Su concha se fue mojando sorprendentemente, estilando de jugos de placer y moviéndose al compás de mis caricias. Ya estaba desesperada, un sin fin de placeres nuevos recorrían su cuerpo y me pedía entre gemidos que por favor parara, tratando de sacarme de ahí, pero yo no me detenía, al contrario, aumentaba mis caricias y mi lengua se metía mas adentro aun, entrando y saliendo mas rápido del interior del coño de mi hermana.

Ya sin poder aguantar mas, sus gemidos se callaron y luego con un gran quejido , sin poder contenerse mas explotó toda su pasión en mi boca, descargando litros de jugos vaginales los que fueron devorados pro mi, dejándome toda la cara mojada, pero que sin importarme bebí con gran placer. Sentir esa explosión en mi boca, como nunca antes la había sentido me llevo a mi también al clímax y apenas aguantándome, me abalance sobre ella y metiendo mi verga entre sus grande tetas me comencé a descargar copiosamente.

Las tetas de mi hermana quedaron embetunadas con mi semen, y al parecer eso la excitó más también a ella y se quejó estruendosamente, al parecer un segundo y rápido orgasmo.

Caí a sa lado y desesperadamente me beso, casi llorando, diciéndome que lejos era lo mejor que le había pasado en su vida. Nos quedamos abrazados, desnudos sobre la cama , hasta que el sueño nos venció y dormimos abrazados hasta el otro día.

Supuestamente al otro día emprendíamos el viaje de retorno a nuestros hogares, pero después de lo acontecido, ambos llamamos a nuestras respectivas familias avisando que nos quedaríamos un día mas. Ese día, parecíamos dos enamorados, besándonos a todas horas, tocándonos con ocasión, haciendo el amor en todas partes.

Ya de regreso a nuestro hogar, mi hermana a muy silenciosa durante todo el camino, esforzándose para hablar. A pocos kilómetros antes de llegar a casa, me dijo que teníamos que prometer que eso solo sería una aventura, un sagrado secreto entre nosotros y que lo que había pasado ahí, ahí moriría con la venta de la casa, no tocando nunca más el tema.

Alexander_5149@hotmail.com

RELATOS. Mi Linda Suegra

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Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.

Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.

Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.

Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.

Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.

En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.

Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.

Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.

Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.

Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.

Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.

Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.

Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.

Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.

Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.

Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.

Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.

Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.

-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!

Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.

Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.

Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.

No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.

Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.

Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.

No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.

Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.

Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.

Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.

La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.

Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.

Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.

Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.

Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.

Autor: Alexander


RELATOS. El rico culo de la madre de Ede

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Hola Amigos, les saludo desde Guatemala y el relato que a continuación narro es totalmente verídico. Yo soy un Chico muy caliente y garañon, y les juro que me fascinan mucho las mujeres Maduras,….mmmmm…me excitan algunas Madres de mis amigos, amigas de mi Madre, o una que otra Tia. Siempre lo primero que les veo es el culo, me excitan mucho las viejas con un gran Culo, carnoso y sabroso.
Hola Amigos, les saludo desde Guatemala y el relato que a continuación narro es totalmente verídico.

Yo soy un Chico muy caliente y garañon, y les juro que me fascinan mucho las mujeres Maduras,….mmmmm…me excitan algunas Madres de mis amigos, amigas de mi Madre, o una que otra Tia. Siempre lo primero que les veo es el culo, me excitan mucho las viejas con un gran Culo, carnoso y sabroso.

Cuando era adolescente, tenia mas o menos 13 años, y me moría por cojerme a una tía mía, que es hermana de mi madre…..ijoles, cada ves que la veía, me la imaginaba desnuda, encima de mi, dándole duro y metiéndole toditita mi verga. Era una vieja bien Rica, con un Culo grande y sabroso, además, era bien provocativa, usaba mucho Calzoncitos bien chiquitos, que se le marcaban por encima del Jeans; Puta…eso a mi me excitaba y quería chuparle ese culote. Cuando ella llegaba a la casa, yo no aguantaba tener la verga bien parada y rápido me metía al baño a hacerme una rica paja a su salud.

Tanto era mi locura por ella, que llegue al extremo de entrar a su Dormitorio y esconderme debajo de la cama a esperar a que se acostaran ella y su marido para ver como cojian….yo creo que ese día estuve de suerte porque el marido le pego una gran cogida, yo mientras tanto, debajo de la cama me estiraba la verga haciéndome unas 10 pajas en ese ratito…..mmmm…que momento aquel nunca lo olvidare.

Bueno, ahora tengo 25 años y la mujer que me excita es la Madre de un amigo, ella se llama Alejandrina, y es una madura de 46 años, Divorciada, con un Culo Rico, grande y carnoso, unas piernas de atleta y una cara de Puta que no se la quita nadie.

A Doña Alejandrina, (como le llamo yo), la invite una noche a cenar, ya que no estaba mi amigo y su hermana, habian salido de Viaje, y por tal motivo, con gusto acepto, ya que yo era un viejo amigo de la familia.

No esta demás contarles que, ella siempre desbordaba grandes pasiones en mi, y siempre que la veía me provocaba una Mega erección, ya que siempre viste muy sexy, luciendo su atributo mas rico, El Culo.

La pase a traer como a eso de las 7:00 pm. Ella iba bien provocativa, con un Chiquifalda roja y unos Zapatos de tacon alto bien sexis, uy!!!…solo de verla me queria sacar la verga y pajearme.

Llegamos al lugar, yo la miraba con morbosidad de pies a cabeza, me la queria comer con tan solo verle el culo y las piernas…puta Madre!!!….que rica estaba, la verga la llevaba estilando de excitación.

Después de una Sabrosa cena, nos quedamos charlando de cosas que pasan a diario, ella me miraba muy fijamente a los ojos. Le dije de que Guapa andaba y que me llenaba de orgullo salir con una mujer como ella. Ella me pregunto que si me gustaba salir con mujeres de esa edad, y yo le respondí que son las que mas me fascinan.

Salimos del Lugar donde cenamos, y ya en el carro me anime a decirle que ella me gustaba mucho y queria todo con ella. Ella me puso la mano sobre la verga, y me dijo que se habia dado cuenta desde que tiempos, lo mucho que me excitaba y por eso había aceptado salir conmigo porque queria pasar una noche loca.

Nos empezamos a besar con lujuria dentro del carro, mmmm…yo le metía mano por debajo de la chiquifalda roja, dándome cuenta de que tenia puesta una tanguita bien rica.

Me saquó la verga bien mojada de excitación, y me la empezó a pajear, acariciándomela de arriba hacia abajo.

Después, nos dirigimos a su casa, entramos y nos quedamos en la sala. Nos acostamos en el sofa y ella se puso arriba de mi, yo le acariciaba esas ricas y sabrosas nalgas,

uy!!!..la vieja puta estaba super caliente. Luego, me quite la camisa, y me empezo a chuparme el pecho, yo, para ese entonces ya la le tenia la chiquifalda hasta la cintura,

dejándole al descubierto esa nalgotas cubiertas nada mas por esa tanguita de color negro. Me pare y me baje el pantalón juntamente con el bóxer que yo llevaba puesto, le deje al aire mi verga y me la empezó a mamar. Después de un par de minutos me corrí dejándole ir un chorro de semen por encima de ella. Yo no sentí nada porque la verga al instante se me volvió a parar. Luego, la senté en el sofá, le abrí las piernas, le quite la tanguita y le comencé a chupar esa vagina que realmente olía Rico. Ella me pedía que la penetrara, así que desenvainé mi espada y empecé a arremeter contra ella dándole el famoso mete y saca. La puse en la pose del perrito y al mismo tiempo le acariciaba el Culito Rico, le metía la verga hasta que empezó a gemir de que ya había acabado, mojándome toda la verga y mi huevos….mmmmm…que noche aquella. Después nos fuimos a la cama y cojimos un par de veces más.

Hasta la fecha, todavía me la sigo cogiendo, pero ahora hay mas confianza.

Aunque ella no quería, le tome un par de fotos después de haberla cojido,….si quieren saber que Rico Culo tiene la Madre de mi amigo, escríbanme a: elchicote81@yahoo.es y con gusto les enviare las fotos.

Saludos!!!

Mujer supera capacidad de seduccion

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Asegura un novelista mexicano, que ningún caballero logrará superar la capacidad de seducción femenina, quien la adquiere de forma innata. Ningún varón, por mucha experiencia o erudición que tenga, podrá jamás superar en capacidad de seducción a la mujer, que adquiere esta habilidad de forma innata, según afirmó en entrevista con EFE el mexicano Edmundo González Llaca.

En su primera novela, "Guía del seductor: con un ejemplo práctico", González Llaca narra la experiencia entre un hombre maduro y una adolescente en un divertido relato con vocación erótica en el que "en un momento dado el cazador es más presa que cazador".

Por "mayor experiencia y erudición" que un varón pueda tener, "las mujeres tienen una inclinación innata a la seducción, una experiencia innata a la seducción, a la manipulación, al control de las cosas, que es muy superior a los hombres", afirmó el autor.

"Los hombres, tengo la sensación que estrenamos nuestra capacidad de seducción a través de la experiencia vital. En cambio ellas ya traen el disco duro", agregó.

"En ese sentido es muy feminista el libro", dijo el escritor sobre su "opera prima" nacida con la pretensión de ser una novela erótica.

Sin embargo, la narración expresa en su mayor parte la visión, el deseo y la lógica de un varón, un acendrado seductor que quiere acostarse con su ahijada en la fiesta de quince años de ésta.

Para el escritor, dar vida a un personaje masculino que vive un sinfín de dificultades en busca de la conquista de la joven, la novela es un "reconocimiento del poder femenino intuitivo, que realmente puede superar a cualquier hombre".

"Ella (la protagonista) lo dice en algún momento: en última instancia todos los hombres son unos niños", afirmó.

"Si escribes un libro erótico, el compromiso es muy complejo porque tienes que satisfacer un sentimiento estético, un sentimiento sensual, y un claro propósito de subir el ritmo cardíaco del lector, que se le perle la frente, que sienta una ligera cosquillita, una excitación en la líbido pues. Ese fue mi propósito".

RELATOS. Encuentro entre Rosa y yo

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Me llamo Iván tengo 31 años y desde hace 4 años resido en Madrid por motivos laborales. Mido 1.76, peso 74 kilos, en mi tiempo libre practico natación y considero que tengo un cuerpo normal tirando a bien. Los fines de semana los suelo pasar en mi tierra natal Asturias y todavía me gusta salir por la noche a tomar algo con los amigos, aunque ya no lo hago con la asiduidad de años atrás y dedico el tiempo a otras actividades.

Mª Rosa es mi vecina de abajo, es una mujer de 58 años que cuando coincidíamos en el portal siempre me daba conversación, se quejaba del cambio climático, la falta de lluvia, de la ultima avería en la antena comunitaria, o me preguntaba si iba a ir a pasar el fin de semana a mi tierra. Ella siempre buscaba conversación. Otras cuando la comentaba que había estado en tal sitio me hacia saber la suerte que tenia y se quejaba por no poderlo hacer ella. Yo la animaba a que si podía como se hace en estos casos, ella se escudaba en su trabajo para ocultar la monotonía en la que estaba instalada su vida como fui descubriendo posteriormente. Alguna vez posaba su mano en mi brazo mientras hablaba y otras notaba alguna mirada especial. Podía notar en su cara que cada vez que coincidíamos se alegraba del encuentro.

Nunca la vi acompañada de un hombre y después varias charlas a pie de escalera y en el portal me enteré de que estaba separada y que había pasado media vida casada con un hombre que no la hizo feliz. Su independencia económica y la indiferencia de su marido hicieron el resto. Tenían una hija en común de mi edad que se había casado hace 6 años y vivía ahora en Girona con su marido. Rosa pasaba allí las vacaciones en verano desde entonces. Hablaba de sus deseos de jubilarse y pasar más tiempo con ellos. Y de sus ganas de que la hicieran abuela.

A veces sus ojos la delataban y empezaba a pensar si aquella mujer me miraba de esa manera pidiendo guerra.

Tengo que decir que con el resto de vecinos no mantengo mucha relación reduciéndose esta al saludo y poco más, pero con ella se fue desarrollando una cierta amistad. En el tiempo que llevo viviendo en ese edificio siempre la había visto como un vecina más sin levantar en mi interés pero aquel comportamiento que mostraba conmigo junto con una racha de sequía en mis relaciones sexuales consiguió que empezara a verla como una mujer.

Me empezó a gustar el primer día que me fijé en su culo, estaba sujetando la puerta del ascensor para que ella metiera el carro de la compra y pude hacer un fichaje sin peligro de ser descubierto, Vestía un pantalón de loneta amplio de color negro que se le pegaba en el trasero debido a su tamaño, y una blusa blanca que dejaba al descubierto toda la superficie y forma de sus nalgas, nada caídas para su edad. Un culo grande pero, en consonancia con su anatomía, mide 1.70 y pesa unos 65 kilos, ancha de caderas pero no se puede decir que sea una mujer gorda, ni siquiera gordita porque no la cuelga carne de ninguna parte. Se la veía femenina, parecía siempre venir de la peluquería, con el pelo teñido de color cobrizo, las uñas pintadas, aunque rara vez se la veía maquillada, La cara refleja su edad y es portadora de pequeñas arrugas en la comisura de los labios pero se puede decir que es una mujer atractiva para tener 58 años.

Coincidimos de nuevo en una reunión de escalera, después de tratar los puntos de la misma y llegar a un acuerdo sobre una obra que había que realizar la gente se fue retirando, quedándonos Rosa y yo hablando sobre el tema. Sin prisa por parte de ninguno de los dos por terminar, la conversación se prolongó en el portal durante dos horas hablando sobre la avería, pero también sobre el trabajo y la vida. En ese momento ya me mostraba con ella más amable que en el pasado, en el sentido de que no cortaba la conversación para marcharme. Ella empezó a notarlo ese día, me mostraba más atento y la miraba a los ojos de una forma especial como hacia ella a veces. Cuando terminamos subimos y entré en su casa con la excusa de comprobar si la fuga de la tubería de calefacción que había que cambiar había afectado a su piso, no encontré nada pero la visita sirvió para que se quitara la trenca que llevaba y permitiera dejar a la vista la forma de sus curvas. Tomamos un cafe y charlamos sin mirar el reloj, al despedirnos nos miramos fijamente durante un par de segundos que parecieron eternos. Aquella mirada desprendía olor a sexo pero en ese momento nos separaba la distancia de la edad y el miedo a dar un paso en falso.

 

Con el tiempo las visitas se hicieron frecuentes, si necesitaba ayuda para alguna cosa subía a mi piso, me la pedía y yo amablemente la ayudaba, otras subía por alguna tontería con claras intenciones de charlar o de ¿ligar? Por mi cabeza ya rondaba la idea de follar con ella y veía posibilidades así que acepté el juego y decidí hacerla ver que me gustaba. La lanzaba alguna pequeña mirada a sus labios cuando sabía que se daría cuenta, si posaba su mano en mi brazo, después posaba yo la mía en el suyo. Se daba cuenta de la nueva situación y al principio se ruborizaba un poco pero la gustaba sentirse deseada y a mi que lo supiera. La dije que apuntara mi número de móvil para cuando necesitara cualquier cosa y pudiera ayudarla o cuando necesitara hablar. Iba con doble intención y Rosa lo sabía perfectamente pero a esas alturas yo había perdido ya la verguenza. Ella me agradeció el gesto y entre miradas penetrantes nos dijimos adios. Esa noche me envió en un mensaje "gracias cariño. Voy acostarme ya" la respondí "de nada cielo, que duermas bien", me envío otro "un beso", la respondí "un beso"

Al día siguiente era viernes, después de almorzar con unos compañeros de trabajo me lancé a la piscina y la envié un mensaje "voy a ir a las 8 al cine si te animas avísame". A los 10 minutos me llamó y aunque dudaba no me costó convencerla, acordamos ver Mr. Brooks. Quedamos en la entrada porque ella quería aprovechar para ir a una tienda y yo no podía ir a buscarla a tiempo. Aparqué el coche y fui a comprar las entradas. Rosa apareció puntual, la recibí con un cariñoso saludo y con una mirada complice entre ambos entramos a la sala. Vestía pantalón de loneta marrón a juego con unos zapatos de medio tacón, y un jersey fino de color verde claro que se la ajustaba lo suficiente para permitir ver la sensual forma de sus tetas, un abrigo 3/4 negro a juego con el bolso completaban su vestuario. Clásica y sin llamar la atenciones a su estilo habitual. La dije al oído que estaba muy guapa. Se la veía complacida por sentirse deseada aunque sospechando mis intenciones me susurro que no hiciera tonterías, la dije que me lo pensaría. La sala estaba medio llena y en nuestra fila había sentadas varias personas. Poco después el cine acabó llenó y perdí toda esperanza de que algo pudiera suceder. Nuestras manos entraban en contacto en el apoyabrazos, a ratos posaba mi meñique sobre el suyo y a veces buscaba ella el contacto de nuevo. Sin decirnos nada disfrutamos de esos momentos y contemplamos la película.

Al terminar marchamos a buscar mi coche y cogimos rumbo a nuestra calle. En el trayecto hablaba de la película y de una obra de teatro que había visto la semana pasada, tratando de obviar lo que estaba sucediendo entre los dos. Tampoco me extrañé de ese comportamiento, su forma de ser la obligaba a obviarlo y se limitaba a dejarse llevar. Le dolían los pies y acabó quitándose los zapatos, la pregunté que si luego necesitaba que la diera un masaje, me preguntó que si no me importaba que se lo diera. La respondí que al contrario que lo haría encantado.

Llegamos al garaje, se calzó y subimos a su piso. Entramos en la cocina y me ofreció café, la dije que primero se sentara para darla el masaje. Se quitó el abrigo y luego los zapatos, se sentó y me agaché. Los tenia cubiertos por unas medias marrón claro y se podía apreciar que llevaba pintadas las uñas de rojo. Se remangó las perneras del pantalón y se las quitó, le llegaban hasta poco más abajo de las rodillas. Tomé uno de los pies y empecé con el masaje y luego con el otro intercalando algunas caricias. La clara de placer de Rosa mostraba lo que estaba disfrutando. Cuando terminé la coloqué de nuevo las medias terminando con unas caricias descaradas en los gemelos. Acabé medio empalmado cosa que pudo apreciar al levantarme, pero no hizo comentarios al respecto. La noté en la voz que se había puesto algo nerviosa, la dije que estuviera tranquila y la pregunté que si quería que me marchara, dijo que no, y me cogió las manos mientras me decía que lo había pasado muy bien y que había que repetirlo, dándome a continuación un beso en la mejilla. Nos miramos fijamente a los ojos y la di un pico. A continuación empezamos a besarnos en la boca, comenzando un excitante roce entre nuestros labios. Me dijo con voz poco convincente que no siguiera pero no la hice caso y seguí comiendo esos labios con suavidad, mi lengua juguetona empezó a pedir pasó dentro de su boca, la batalla la ganó la lengua y logró penetrar los labios, las lenguas entraron en contacto acariciándose con suavidad, nuestros cuerpos se pegaron, podía notar sus tetas aplastadas contra mi pecho y Rosa notaba ya una polla muy dura contra su pubis. El deseo se convirtió en pasión, nuestras lenguas hicieron el amor, en mi boca y en la suya, bailando entre una mezcla de dos salivas. Nuestros pubis se movían buscando la mejor posición para aplastar mi polla contra ella. Mis manos en su cintura se despegaron para explorar nuevos horizontes y se deslizaron por encima de su pantalón por toda la superficie del culo, haciendo paradas en sus nalgas para ejercer presión contra mi cuerpo. Cambiamos la posición, me puse detrás de ella aplastando mi bulto contra la raja del culo por encima de su pantalón y empecé a levantar su fino jersey dejando al descubierto un sujetador blanco, acaricié y bese toda su espalda hasta la cintura, solté el enganche del sujetador y este cayó al suelo. Con las tetas al aire me pidió apagar la luz. Encendí la del pasillo y apagué la de la cocina quedándonos los dos en la penumbra. La pregunté que si así estaba bien y me dijo que si, nos besamos y la dije que se relajada y que disfrutara. Mis manos empezaron a buscar sus maduras tetas en la semioscuridad y no tardaron en localizarlas, se las acaricié, y a ratos las estrujé. Los pezones mostraban ya una dureza considerable, los chupe y los froté y se los excité con las yemas de los dedos, terminando duros como escarpias. Solté los botones de su pantalón y colé la mano en busca del tesoro. La froté primero por encima de las bragas, y en el primer contacto mis dedos percibieron el calor que desprendía lo que guardaban. Cansado de frotar algodón metí la mano dentro y empecé a frotar de nuevo. No estaba depilada aunque tenia muy poco bello, no tardé en meterla el primer dedo dentro del coño que ya rebosaba una notable humedad, Rosa se estremeció en ese momento. Me besó en la boca y me ordenó que siguiera.

Con su bendición y mi dedo hice una exploración a fondo de aquella cavidad que había estado cerrada al público durante tantos años como luego me contó. Encontré el clitoris y se lo excité empezando ella a soltar algún gemido sin poderlo acallarlo. Las manos de Rosa se apartaron de mi trasero y empezaron a buscar el bulto de mi pantalón y a palparlo con timidez. Puse mi mano sobre la de ella guiándola en los movimientos que debía realizar, desabroché el botón de mi pantalón y me bajé el boxer liberando de su prisión a mis 19 cm de carne dura. Tome su mano y la puse en contacto con mi polla por primera vez, la exploraba con una mano comprobando su dureza, bajaba a los huevos y volvía a subir realizando torpes movimientos en la semioscuridad.

La di un beso en la boca y la abrí más los pantalones dejando que cayeran al suelo, me puse de rodillas y la bajé las bragas en dos movimientos. El perfume embriagador de su coño invadió mi cara, separé sus piernas para que tomarán la distancia suficiente para dejarme trabajar. En la oscuridad y sin avisar la di el primer lametón y probé por primera vez el sabor de su rajita. Separé con los dedos los labios vaginales y metí la lengua dentro, Rosa mostró su aprobación con un gemidito. Describía circulos con la lengua buscando de nuevo su botón y supe que lo había encontrado cuando se estremeció de nuevo. Realicé mi labor en el clitoris y por los sonidos que hizo cuando tuvo un orgasmo no necesitó decirme lo que había disfrutado.

Me incorporé y me dio un soberano morreo. Me quité el jersey y la camisa en la oscuridad quedándome desnudo ante ella. Empezó acariciarme la polla de nuevo, la tomaba con las manos y realizaba con ellas un movimiento tratando de masturbarme. Cogí sus nalgas con las dos manos empujando hacia mi, nuestros cuerpos quedaron pegados con la polla aprisionada entre su pubis y los muslos, con pequeños empujones de mi cintura contra la de ella la indiqué lo que quería hacer. Rosa lo entendió y separó una distancia suficiente las piernas cogiendo con la mano el trozo duro de carne frotándolo contra los labios del agujero. La ayudé con un pequeño empujón y la cabeza entró en la húmeda cavidad produciéndonos a los dos un sonido de placer. Nuestras cinturas se pegaron aún más y comenzaron a chocar con suavidad. La posición era incomoda pero el placer compensaba al dolor. Cambiamos y me coloqué contra la pared poniendo a Rosa de espaldas a mi, su culo se acopló con mi pubis empezando un baile entre ambos con una serie de impulsos del uno contra el otro aplastando mi polla contra ella. La coloqué en la entrada del coño y sin esperar le metí la punta de nuevo, ella inclinó la espalda y presioné mi cintura contra ella consiguiendo que entrara entera, una sensación de calor y humedad recorrió mi cuerpo, ella presionó contra mi y yo contra ella para asegurar una perforación completa, empecé a mover mi cintura con un pequeño movimiento circular mientras seguíamos pegados y realizando entre los dos impulsos de presión para comprobar que continuábamos bien pegados. Deslicé mi mano hacia sus tetas mientras seguiamos en esa posición y tras un masaje hice una comprobación con los dedos de la dureza de los pezones, me gustó y deje de hacer presión contra ella con mi cintura dejando una distancia a la polla para poder ejercer la primera envestida, puse las manos sobre su cintura y empecé bombearla. Al cabo de unos segundos nuestros cuerpos cogieron el ritmo y empezaron acompasar los movimientos y empecé a envestirla más fuerte empezando a inundar la oscura cocina un sonoro ruido de carne golpeando. Bajamos el ritmo y acabamos pegados de nuevo presionando un cuerpo contra el otro. Se la saqué y se la volví a meter dando un par de envestidas volviendo a quedarnos pegados. Ella empujaba el culo contra mi pidiendo más y empecé a envestirla más fuerte, de menos a más intensidad y viceversa. Nuestro placer era máximo y sonaron gemidos que se mezclaron con el ruido de los choques entre nuestros cuerpos. Después de un rato de ejercicio intenso faltaba poco para correrme y dejamos de follar.

 

Encendí la luz y salimos de la penumbra, se apreciaba olor a sexo en la cocina, su madura desnudez se mostraba ante mi, solamente llevaba las medias calcetín, se veía un cuerpo delicioso y se lo hice saber. Mi polla estaba tiesa y ella la pudo contemplar por primera vez. La dije que me gustaría que se la metiera en la boca. Rosa apagó la luz comenzando a acariciarme el pecho y el torax con ambas manos, se agacho y cogió con la mano el nacimiento de la polla, empecé a notar que algo rozaba el glande y después lo aprisionaba, yo acariciaba con la mano su cabeza mientras me la empezaba a chupar con suavidad. El placer que me producía con su tímida mamada me hacía aullar. Deslizaba su lengua por la punta, me daba suaves pasadas con los labios por el glande limpiando el líquido preseminal. Presioné su cabeza contra mi para indicarla que deseaba mas profundidad, y fue chupando mas carne en cada pasada, acabó con ella en la garganta. Se la sacaba de la boca para que empezara un nuevo ciclo desde el glande. Después de unas cuantas pasadas tenía la polla a punto de estallar y la avisé de que iba a correrme. Ella se apartó y exploté dando un gemido de placer.

Encendimos la luz y la di un morreo de agradecimiento por el buen trabajo realizado. Nos besamos en los labios con pasión y con la polla todavía dura rozando su ingle quedamos en llamarnos al día siguiente prometiéndome con su dulce voz luces encendidas y yo a ella nuevas sensaciones.

Me puse la ropa y ella cogió las bragas que andaban perdidas por el suelo y se las colocó. Preparó el café que había quedado pendiente y nos lo tomamos mientras la daba otro masaje en los pies y hablamos de nuestra relación.

Nos despedimos con un beso y unas caricias. Subí a mi casa y al rato recibí un sms de Rosa "buenas noches cariño, un beso" recibiendo ella a continuación "buenas noches cielo, un beso"

Esta es la historia de nuestro primer encuentro. Espero que os haya gustado.

RELATOS. Mi Linda Suegra

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Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.

Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.

Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.

Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.

Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.

En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.

Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.

Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.

Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.

Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.

Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.

Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.

Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.

Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.

Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.

Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.

Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.

Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.

-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!

Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.

Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.

Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.

No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.

Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.

Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.

No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.

Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.

Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.

Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.

La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.

Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.

Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.

Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.

Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.

Autor: Alexander

RELATOS. Almas gemelas

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Él era un chico de unos 27 años, tranquilo, educado, y con un sueño que deseaba cumplir: tener sexo con una chica mayor que él; no buscaba a una chica de medidas espectaculares, ni de pechos de medidas imposibles, sólo una chica mayor que él.


Había acudido a varias discotecas que solían tener como clientes a gente de entre 30 y 50 años, aproximadamente, justo la franja de edad que él buscaba, incluso había entrado en algún que otro Chat con la esperanza de encontrar a " su chica"; sin embargo, nunca lo había conseguido.

Una tarde, mientras mataba el tiempo sentado frente al ordenador, metido en uno de los chats que frecuentaba, ocurrió: una mujer que tenía como nick "lady", le abrió conversación. Al principio hablaron de lo típico en estos casos, de dónde eran, a qué se dedicaban, etc.

Luego la conversación pasó a ser un poco menos trivial, hablaron de sus proyectos, ilusiones, se consolaron mutuamente por los fracasos que habían tenido en trabajo, estudios, personales.

Al final, la conversación tomó un giro decisivo cuando ella le preguntó a qué se debía su interés por las chicas mayores que él, entonces respondió que se trataba de un sueño, una meta que tenía en su vida, le contó que no tenía ganas de algo salvaje, ni de una relación duradera, sólo quería que una chica de la edad que él suponía que tenía ella le ayudara a llegar al cielo; no necesitaba saber si estaba casada o no, si tenía niños, ni siquiera la edad concreta, no buscaba una mujer de revista, de medidas espectaculares ni apetito sexual fuera de lo común, sólo necesitaba una chica de carne u hueso.

Esa respuesta hizo que ella sintiera confianza por aquel chico, y le ayudó a confesarse con él, le dijo que ella sólo necesitaba algo que pusiera una chispa en su vida, que la ayudara a evadirse y cambiar de mundo aunque sólo fuera un momento.

Los dos quedaron de acuerdo en que eran justamente lo que buscaban, y decidieron encontrarse en un parque de la ciudad, junto a una parada de metro. Acordaron que, para reconocerse, esperarían cerca de la boca de metro con una chaqueta bajo el brazo, y así se encontraron. No se dijeron sus nombres, no hacía falta, ninguno quería saber del otro nada más que lo imprescindible.

Buscaron un hotel, y cuando llegaron a la habitación, se sentaron en la cama, estaba nerviosos, y ella comenzó a notar las miradas del chico en su discreto pero sugerente escote, y le pidió que la besara.

Ese fue el detonante de una tarde de pasión, de buen sexo; cuando ambos se encontraron saciados, se vistieron, salieron del hotel y, al despedirse, sólo se dijeron :"gracias".

RELATOS. Las mejores maduras son vecinas

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Las mejores maduras son vecinas. Todos nosotros lo sabemos, porque… primero las saludamos en la calle yendo nos a la compra con su mamá, después hablamos con ellas cuando las encontramos en la calle casualmente – por el respecto de nuestros padres claro, despues las observamos, nos fijamos como al culo tanto el pecho, las piernas, la boca, etc. Terminamos con una deseo inmenso de follarlas. El deseo crece en una tremenda gana y nesecidad que resulta con miles de pajas, hasta que no se cumpla el sueńo.

II

En mi vecindario vive un seńera de 54 ańos llamada Teresa. Tiene su historía. Vivía con su marido hasta que se quedó viuda. Él se murió porque era un alcohólico notorio. Cuando se murió él, ella tenía 45 ańos. Teresa es una dońa muy firme, muy educada, superior a él, y nadie sabía como ella podía ser su esposa. Yo creo que la muerte de él para ella fue un alivio, no sólo en el sentido de que puedía conseguir otro hombre, sino que, por lo menos, iba a vivir sola y eso le resulta más fácil que con un tipo así. Pero Teresa no quería otro hombre, la razón fue que ella era una mujer conservadora, tranquila y decente. Tenía su dignidad, segura en si, y sus actitudes eran muy inteligentes. Trabajaba en el Municipio del pueblo como la secretaria de actas y era una figura muy importante y respectada por todos los ciudadanos. Poca gente se atrevía hacer «algo» en sentido, preguntar a salir con ella, etc. Ella no dejaba a nadie que se le acercara. La amistad mantenía con un grupo de personas que conocía desde mucho tiempo y con los compańeros de la oficina. Uno de sus socios eran mis abuelos que viven en nuestro barrio.

III

Mis primeros recuerdos de Teresa fue justamente en la casa de mi abuelo. Su marido todaía estaba vivo pero no pasaba mucho tiempo con ella. Teresa solía venir a departamento de mis abuelos. Yo era un nińo de seis ańos y venía también a la casa de mi abuelo cuando me daba gana. Yo con seis ańos no sabía nada de la vida todavía. En la calle aprendí montón de malas palabras y al no saber ni que significaban, una vez en casa de mi abuelo, las pronunciaba en la voz alta. Eso producía una erupción de la sonrisa avergonzada de Teresa. Decía yo: «la vagina, el culo, la verga, el pene, follando, pajeando, las tetas,» etc. Todos se sentían apenados, menos yo, claro, y Teresa que se divertía de mis tonterias. A mi abuelo le dió tanta pena de que quería castigarme de alguna forma, pero ella me defendía. Su sonrisa era tan umilde y tan inocente que a todo el mundo le gustó y a mí también aunqué todavía era un chamaco, y por esa razón yo repitía muchas, muchas vezes esas palabras.

IV

Desde entonces pasaron como catorce ańos. Mientras tanto su marido falleció. Teresa se qudó a vivir sola. Tenía un hijo grande ya, era un hombre con su propia familia pero vivía lejos de ella. No buscó otro hombre, vivía sola y «dependía» solamente de su trabajo y varios amigos. Cuando crecí un poco más y empezé mirar mujeres, me fijé también a los detalles de ella, ahora de los ojos a un hombre. Era una tremenda mujer, de altura 1,70, siempre seria, pelo pintado en rojo, llevaba blusas que no mostraban nada de su cuerpo, pero tetas grandes no podía ocultar. Observandola detenidamente descubrí que llevaba sostenes viejos modelos, muy duros, bien formados, para que sostenga sus tetas rectas, que ya estaban un poco flojas y caidas. Cada blusa o abrigo llegaba hasta el cuello y casi siempre usaba el pantalón. Pero yo no sé, que me exita más. Ver una mujer desnuda con tetas medías, o una tetona que las cubre y oculta por completo. Sé. Simplemente, me calientan las que cubren y ocultan. Teresa cubría su tesoro. Ella tenía, pero no quría que los demás las vieran. Lo peor para mi era que siempre se vestia en colores como rojo, negro, rojo oscuro. Yo tenía envidia de la tela que cubría sus pechos aprietandole tanto. Llevaba las gafas porque no quería que se vieran arugas en su cara. La cara era bonita. Era una preciosa mujer. Tenía buenas piernas y un buen trasero. Cuando usaba faldas, casi siempre eran rojas con negras medias de naylon. Muy sexy.

V

Con cinquenta y tres se jubiló. Eso era una nueva época para ella. Tiempo pasaba en la casa, salía solamente a las tiendas y por la tarde a caminar con su compańera por el borde del rio. Poco a poco se daba cuenta que ya tiene bastante ańos y también que no era tan importante en la vida social. Yo practicaba el atletismo y también usaba el mismo lugar, al lado de rio, para correr. Empezamos vernos casi cada día. Aluguna vez pasaba corriendo al lado de ella, alguna vez caminaba y tenía oportunidad de saludarla y cambiar pocas palabras. A ella le gustaban los chicos deportistas y sobretodo que sean educados. Se sonría siempre cuando me saludaba. Yo sinceram(i)ente en mi cabeza no tenía la idea de que algo pudiera ocurrir entre nosotros. Para mi Teresa siempre era la amiga de mis abuelos y de mi mamá, respectuosa vecina y nada más. Además, ya tiene ańos (54), si fuera 10 ańos menor o.k., pero ahora ya es una persona de edad. (Teresa era menor solo seis ańos que mi abuela, y mi abuela era un verdadero desastre!) Pero, no era todo así. Gracias a su prácitca física cada día, Teresa mantenía su cuerpo en un buen estado, cuanto se podía, claro.

Ya expliqué que ella no tenía más su trabajo y a sus compańeros que la rodeaban. Todo eso la hizo más comunicativa y más abierta.

En una ocasión cuando nos topamos en la calle, ella me dijo:

– Te acuerdas cuando eras muy chicito como eras un nińo intranquilo. Estabas un dolor de cabeza para tu mamá. Mira lo ahora, un deportista! -, todo eso me decía como si yo fuera esa misma criatura de seis ańos, y en vez de decir «hombre» me dijo «deportista». Me quedé enojado y le respondí ponerme un poco atrevido:

-Yo soy un hombre de veinte i pico ańos, y me acuerdo muy bien todo lo que hacía y decía y cada vez cuando usted se sonreía de mis palabras. Lo sé muy, muy bien. No me olvido tan fácil. -

Ella de repente paró de reirse, me miró a los hojos y de nuevo me dió una sonrisa ahora más carińosa y más provocativa que duró solo un instante. De repenté se puso nerviosa, se dió vuelta observando si alguien nos estaba mirando, parecía ofendida de mis palabras, y se despidió de mí no mirarme. Solo ańadió:

– Saluda a tu mamá.-

VI

Eso fue el momento cuando empezó existir algo muy especial entre nosotros dos. Yo no estaba seguro que ella realmente quería, y no me atrevía ir un paso adelante. Pero, como yo todavía no tenía la experiencia sexual con una mujer de esa edad, la idea de probarlo con ella me calentó más y más. Y ella, ella tenía un bloqueo en la cabeza que yo todavía era el nińo de quien se acordaba hace 15 ańos, y sobretodo era mujer muy estricta y firme.

Asi pasaron varias semanas sin ningun contacto entre nosotros. Yo salía a correr, pero ella no salía a caminar, hasta que una tarde nos encontramos justo cuando yo había terminado mi entrenamiento. Ella caminaba con su amiga y yo con un amigo mio. Era tiempo de calor y ella estaba vestida en una camiseta simple. Bueno, realmente tenia una más corta a bajo, yo era complatamente mojado por los pechos y por la espalda del sudor. Las saludamos cordinalmente y comentamos que estaba un buen día para pasear y correr por la naturaleza. De repente, ella me dijo muy directo:

– Como estas sudado…, y por qué no te quitas la camiseta ? -

Uh, ahora yo me quedé asombrado, pero actué como si no hubíera pasado nada. Le respodní que lo iba a hacer en la casa. En el mismo momento bajé mi mirada más discreto a sus tetas que se podían ver muy bien incluso a los pezones. Por primera vez ví sus tetas tan cerca. No llevaba el sostén y se veían en muy, muy buenas condiciones. Intercambiamos las miradas y nos despedimos. Parece que ella decidió dar un pasó adelante, y a mi me gustó mucho. Al ducharme hizé una maravillosa paja imaginando chupar los melones que ví reciente. Con los ańos, a Teresa se aumentó el estomago, el culo y las tetas. Eso pasa a muchas mujeres que se pongan más maduras. A mi no me molestaba nada eso. Lo de ella, cada vez me calentaba más y más.

VII

Un día entre semana me fuí al hospital. Y mientras estaba esperando mi turno en el consultorio, eché un vistazo por la ventana. Ví a Teresa como se acercaba al hospital. Estaba muy bien areglada, pintada, tenía la falda roja hasta rodillas, medias negras, pechos se notaban desde lejos por la blusa negra que tenía puesta y llevaba un bolso en la mano. Se veía muy atractiva. Al entrar al hospital Teresa tenía que pasar al lado de algunos albańiles que estaban desayunando sentados en la calle. Por las actuaciones y risas de ellos ví que le decían priopos vulgares y cosas que no se dicen a una mujer fina como ella, además en el medio de la calle. Me fijé que había entrado en la farmacía que quedaba a bajo. De repente decidí salir del consultorio y corrí hacia la puerta de la farmacia. Allí esperé. Cuando ella salío, se notaba que estaba ofendida de lo que pasó cuando entraba a la farmacía. Yo me hacía que salía normalmente del hospital. «Casualmente» nos encontramos en frente de la farmacía. Después de saludos y varias palabras le pregunté si ella se iba a la casa. Me respondió que sí, y nos fuimos junto. Al pasar por los albańiles maleducados que todavía desayanban allá, yo tenía preparado un plan. Cuando nos acercamos bastante, yo golpeé con mis manos en forma de aplaudir varias veces muy fuerte y les grité:

– Vamos muchachos, se acabó el desayuno, hay que trabajar! El dueńo les llama. Vamos, vamos, rapido. En la fila, en la fila, vamos! – , decía yo con una seriedad, jodiendo a ellos.

Ellos se confundieron, primero se pararon, después se fijaron al rejoh si receso se acabó y si de verdad el dueńo estaba llamandolos. Mientras nosotros dos ya pasamos y los dejamos ofendidos y enfatizados. Ella se emocionó tanto que se mataba de la risa, estaba muy, muy contenta y satisfecha. Yo caminaba con una dignidad como si no hubiera pasado nada. Fue mí verdadera victoría. La observé con calma, ella estaba contenta y no quitaba la mirada de mi.

-Sabes, eres un maravilloso muchacho, que sabe proteger a una mujer.-, fue primero lo que dijo después de la risa.

Casi me desmayé. De repenté sentí ondas tan tiernas y fuertes que venían de su lado. Le miré otra vez sin palabras. Teresa no quitaba la mirada de mi.

– Eres un hombre valiente -, ańadió ella, por fin bajando su mirada hacía bajo.

No sabía que decir, estaba confundido y también tuve una sensacion expectacular. Parece que conquisté a una mujer con una cosa tan pequeńa, y a mi novia nunca pude. Le respodní que siempre lo haría por ella. Teresa se puso roja en la cara, pero se notaba que le gustaba cada mi palabra.

Al medio del camino, me dí cuenta que ella en su mano llevaba «el tiket».

– Oh, dońa Teresa, disculpeme yo le voy a sostener el bolso, por favor. Me olvidé casi, y eso es pesado para usted. -

Ella también lo quría, que yo cargara a su bolso. Y parecía que quería entregar mucho más que solo un simple bolso.

– Oh, no es necesario, no es necesario, ya lo hiciste mucho para mi, yo puedo sola -.

Pero me lo entregó fácil con una sonrisa nueva en su cara, que mostraba un deseo y una gana indefinida, sin barreras. Me miró a los ojos hasta que yo dejé de mirarla.

VIII

Yo tragé mi saliva al llegar a la entrada de su edificio. Algo se rompió en mi. Le dí el bolso y le dijé al final :

– Me voy a la casa Teresa, nos vemos. -, me dí vuelta y volé a la casa.

No sé si se sorprendió o no, me fui furioso y no pensaba de lo que ella estaba pensando. Lo que me pasó no era el miedo, era algo distinto de lo creía. Todo lo que sucedió hoy, el intercambio de energías y emociones entre nosotros, yo no quería tomar solamente como un pretexto para acostarme con ella, porque soy un ser humano y tengo el sentimiento más que un animal. Po puedo follarla, cerrarme el pantalon, y marcharme, como si no estuviera pasado nada. Tuve una emoción más profunda en todo esto. El respecto que tenía hacía ella solamente se estableció más fuerte. No soy uno de los albańiles que solo ven el cuerpo y menos todavía, yo conocía su historía, su personalidad. Esa mujer no se había entregado a nadie ni antes ni después de la muerte de su marido. Poco después de la muerte de su marido, cuando para Teresa estaba más dificil vivir sola, mi abuela rompió todas las relaciones con ella por la envidia de que a mi abuelo le gustara más Teresa que ella misma. Resistió todo, llegó a los 55 casi, aunque perdió su belleza todavía es ermosa y linda. Tomé el papel de su marido y ella, enamorandose de mi, de mi novia que yo siempre imaginaba – atraerme fisicamente y querrerme por mis actitudes normales. Me cambié opinion en sentido de que la nesecitaba como un objeto sexual.

Teresa se quedó con boca abierta. Quizó decir algo, se dió vuelta y decepcionada y triste entró al edificio.

IX

Varias días pensaba solamente de ella en mi pieza. La imagianaba como una perfecta mujer para mi si solamente estuviera menor. De mi edad, no… puede ser y cinco ańos menor, bueno….. daría y quince ańos solamente que sea la verdad. Al final pensé, acepto y si tuviera la edad que cuando yo tenía seis y ella cuarenta… aunqué podia ser y ….

Lo que pasó después…. fue inolvidable……. pero les voy a contar

otra vez, si lo quieren.

RELATOS. Mi Linda Suegra

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Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.

Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.

Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.

Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.

Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.

En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.

Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.

Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.

Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.

Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.

Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.

Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.

Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.

Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.

Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.

Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.

Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.

Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.

-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!

Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.

Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.

Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.

No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.

Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.

Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.

No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.

Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.

Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.

Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.

La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.

Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.

Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.

Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.

Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.

Autor: Alexander


RELATOS. Julia amiga de la familia

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Un saludo a todos. Me llamo Guillermo (Guille) y tengo 19 años. La historia que les voy a contar ocurrió hace 3 años…fecha a la que me remito a partir de ahora.


En casa somos cinco, a saber, mi padre, Ramón de 46 años, abogado y en general bastante ocupado. Mi madre, Mar, 43 años, ama de casa, buena madre, de esas que quieren ser madre y amiga y si pueden te ayudan. Luego están mis hermanas, Laura, de 18 años (la mayor) y Mónica, de 15 y que es con la que mejor me llevo. Vivimos en un adosado en una urbanización de las afueras de Madrid. La zona es muy tranquila y donde me quiero centrar es en una de nuestras vecinas. Se llama Julia y es muy amiga de mi madre. Las dos pasan mucho tiempo juntas, ya que aparte de ser aproximadamente de la misma edad, comparten algunas aficiones, como el tenis, al que juegan muchas veces juntas (una contra otra o formando pareja en algún torneo organizado por el club de tenis). Julia es físicamente alta, rubia, me parece que natural y desde hace tiempo es una de las musas que me acompaña en mis sueños onanistas. Tiene un buen par de peras, culo firme…vamos, un pedazo de mujer. La cosa es que cuando yo tenía 12 años Julia y su marido se separaron. La verdad es que yo no sabía el motivo, pero luego me enteré que Carlos, el ex de Julia era un bastante promiscuo y a la vez descuidado, por lo que sumando dos más dos, salieron las infidelidades. Yo como digo no sabía el motivo, pero pensaba que ese tío debía ser un capullo para dejar escapar a una mujer como la que tenía. Por otra parte, quizá debido a no tener hijos, Julia pasaba mucho tiempo en mi casa, por lo que yo estaba encantado. Lo normal es que después de la comida, que muchas veces para Julia era en mi casa, mi madre y ella se fueran al jardín a tomar café y fumar unos cigarrillos o en el salón si hacía frío. Por la separación ella se quedó con la casa y una buena pensión (Carlos está forrado), ya que si bien había estudiado derecho, no había ejercido a instancias de su ex. La cosa es que tenía mucho tiempo libre, tanto a mi casa como a la de Julia iba una señora a realizar las labores del hogar, lo mismo que mi madre.

La casa de Julia era la última de la calle, y por tanto tenía el jardín más grande de todos, además, al no tener vecinos más que por un lado, disponía de una intimidad un tanto exclusiva, tanto es así que yo sabía (se lo había oído a mi madre) que tanto Julia como mi madre tomaban el sol en topless allí sin que nadie las molestase. No tenía espacio para una piscina normal, pero tenía una pequeña de plástico que se monta con unos tubos, que por lo menos te podías dar un baño para quitarte el calor. Desde que la conozco siempre la vía como una mujer muy activa. No paraba.

La cosa es que ya empezaba a hacer calor y Julia le dijo a mi madre que si podía ayudarla (yo) amontar la piscina, que si bien no es complicado, con ayuda va mucho mejor. Le dijo que no habría problema y quedó en que el sábado por la mañana, a las once iría a su casa. Cuando me lo dijo no me hizo mucha gracia, ya que no me apetecía pasar la mañana del sábado "currando", a pesar de estar tan cerca de Julia. Resumiendo, no me quedó otra que ir. Ese día amaneció completamente soleado y con un calor si no asfixiante, si pegajoso.

A la hora en punto me presenté en su casa, lo cual no es difícil, viviendo tres casas más allá. Me recibió Julia con atuendo veraniego, unos pantalones cortos y una camiseta encima de un bikini. Nos fuimos a la parte de atrás, donde el jardín y empecé a llevar todos los trastos de la piscina. Le eché un vistazo a las instrucciones y me puse a montarla con la ayuda de Julia. Tras casi dos horas la piscina estaba montada y solo quedaba probarla, a ver si no tenía ninguna pérdida. La pusimos a llenar mientras la amiga de mi madre me ofreció algo de beber. Sacamos un par de hamacas y nos tumbamos al sol. Julia se quitó la camiseta y se quedó con el bikini. Dijo que así ya aprovechaba para ir cogiendo color. La verdad es que estaba bastante morena, debido a sus partidas de tenis y sus paseos, pero…por mi encantado. Me hablaba entre ya eres mayor, pero todavía eres un niño al que he visto crecer.

La verdad es que esta piscina no es gran cosa, pero al menos te puedes dar un chapuzón y aliviar el calor

Claro que si.

Además en esta situación podemos tener una cierta intimidad. De hecho, muchas veces me pongo en topless, para no tener marcas, y tu madre, cuando viene, pues también lo hace

No lo sabía (mentía)

Bueno, Guille, dime, ¿ya tienes novia y eso?

La verdad es que no…la verdad no tengo prisa.

Haces bien. Disfruta de la vida todo lo que puedas…

Ahí quedó la cosa, porque mi madre llamó por teléfono a casa de Julia para decir que no volverían a comer y que regresarían ya bien entrada la tarde. Habían ido a Madrid mi madre con mis hermanas a comprar y por otra parte mi padre a lo suyo, como siempre. Julia insistió en que me quedase a comer con ella, ya que así además tendría compañía (como les había dicho ella comía muchas veces en casa). Fuimos al interior de la casa y la ayudé a preparar las cosas. Estaba encantada de tener ayuda, según decía. Mientras se terminaba de calentar la comida sacó unos frutos secos y me preguntó si quería una cerveza con limonada. Le dije que si. Ella se tomó otra. Comimos y nos fuimos al jardín a vigilar el llenado de la piscina. Me dijo Julia que si quería podía ponerme un bañador y aprovechaba como ella para tomar el sol, así que me acerqué a casa y me puse un bañador y cogí una toalla. Llamé a la puerta y Julia ya estaba en bikini. Pasamos y nos tumbamos al sol.

¿Me puedes poner un poco de crema en la espalda?

Claro!

Estaba boca abajo y se desabrochó los tirantes del bikini, para que pudiese extender la crema bien. Luego fue ella la que insistió en ponerme a mí, para que no me quemase.

Como te dije antes aquí me suelo poner en topless, por lo que si no te molesta me voy a quitar la parte de arriba del bikini…

No…claro que no me molesta

Bueno, pues entonces, me lo quito. Lo único que te pido es que no se lo digas a tu madre. A lo mejor ella si que se molesta.

¿Tú crees?

No se, pero por lo que me ha dicho que ella en la playa no hace topless y eso…

No, la verdad es que no, vamos, al menos yo nunca la he visto en topless…

En tu casa, si la habrás visto…

No que va. Ni siquiera en ropa interior. Mi madre es muy pudorosa en ese sentido.

Jamás me lo habría imaginado.

¿Por qué?

Pues porque aquí se pone en topless con toda la naturalidad del mundo

Si pero estáis las dos solas, o ¿no?

Si…si, claro. A lo mejor es por eso. De todas formas yo ya se lo he dicho, que tiene un buen cuerpo y que debería lucirlo más. Al menos es lo que yo hago. No se si tengo un buen cuerpo o no, creo que si, para ser sincera, y por eso, lo que te decía antes a disfrutar todo lo posible

Hombre Julia, no seas modesta…tienes un cuerpazo…

Hombre, muchas gracias…

En serio, que no lo digo por decir…

¿Si? Y que parte de mi cuerpo te parece mejor?

Bueno…

Venga, hombre, no te cortes, estamos en confianza. Esto queda entre tú y yo…

La verdad es que todo en si está muy bien. Las piernas son muy bonitas, el culo firme, la cara es preciosa, pero los pechos son espectaculares

¿De veras lo dices?

Completamente. Muchas de mis compañeras están mucho más fofas que tú. Más de una daría lo que fuese por un cuerpo como el tuyo…

¿Y si tuvieras una novia con un cuerpo como el mío, que le harías?

Bufff!!!!, Julia, no juegues conmigo…

No, Guille, no juego, pero me gustaría sabe que haría un chico joven con una madurita como yo, o que le gustaría hacer. Ya te he dicho que esto quedará entre los dos…

La verdad es que lo primero que haría sería besarte, en la boca, con ternura, el cuello…mientras mi mano acaricia tus bonitos pechos, para lamerlos luego. Seguiría bajando con mi lengua hasta jugar un poco con tu ombligo para finalmente detenerme en tu, en tu…

En mi coño…

Si…

¿Y luego?

Pues después de comerte…

Después de comerme el coño, no te cortes, Guille, di lo que quieras…

Pues después de comerte el coño te prepararía para follarte.

¿Y tu crees que me follarías bien?

No se…

A lo mejor hay que intentarlo, si quieres…será nuestro secreto.

¿Me lo dices en serio?

Claro que si.

Me cogió la mano y me condujo dentro de la casa, hasta su dormitorio, pidiéndome que pusiera en práctica todo lo que le había dicho en el jardín. Así nos besamos, primero delicadamente y luego con fogosidad. Le mordía con suavidad los lóbulos de las orejas y le besaba el cuello. Julia gemía suavemente. Como le había dicho hice una parada en sus tetas antes de proseguir a su perfectamente depilado coño, con poco vello. Sus gritos ya eran más evidentes…

Oh, que bueno…sigue…sigue, así…assss. ¿Quién te ha enseñado a comer coños?…que bien lo haces….

Julia estaba como una moto. Me gritaba de todo…y pude notar perfectamente las dos veces que se corrió. Nos fuimos poniendo en posición y apoyé mi polla en la entrada de su conejo. No me creía que mi primera vez fuese con aquella espectacular mujer que tanto me atraía.

Después de unas cuantas embestidas notaba que no aguantaría mucho más…

Julia, estoy, estoy…

Si, amor, lléname, córrete dentro de mi, lléname con tu leche…

Yaaaaa!!

Por mi inexperiencia intenté disculparme, y Julia me dijo que me tranquilizase, que era normal…hasta que vio que estaba listo para una nueva faena…

¿Ya estás listo?

Creo que si…

Comenzamos una nueva cabalgada. Ahora mi aguante era mayor

Sigue, así, así, así…no pares

Que buenas estás…

Pues sigue, mi amor, dame, dame, dame

Si, si, si!!!

Que bueno, que bueno, un poco más, un poco, asíiiii!

Arrrrrggg!

La corrida fue apoteósica. Nos vinimos casi al tiempo, para luego caer rendidos en la cama. Tras una breve recuperación Julia encendió un cigarro y me lo pasé. Era la primera vez que fumaba (y era la primera vez que me había acostado con alguien). Le di una calada y se lo devolví. Nos vestimos y estaba listo para irme a casa.

Espero que repitamos esto…si quieres

Claro que si, Julia…

Sabes que es nuestro secreto…

Por recontado.

El siguiente fin de semana, el sábado por la noche mis padres iban a una cena, de la que volverían bastante tarde y mis hermanas se quedarían a dormir en casa de amigas. Así que cuando se lo dije a Julia inmediatamente me dijo que esa noche era para los dos. Así desde que el coche de mi padre giró la calle, ya estaba saliendo en dirección a casa de "mi amante". Cenamos prono, algo ligero y nos fuimos arriba, a su dormitorio. Cerré las persianas mientras ella entraba al baño. Fui hacia allí…Julia estaba esnifando.

¿Qué haces?

Un poco de coca. Me pone como una moto. Ya verás

La verdad es que si que se ponía como una moto. Me decía de todo, quería que le hiciera de todo e incluso tuvimos nuestra primera penetración anal. Tenía a un mujer para mi…y que mujer.

Por supuesto las visitas continuaron y cualquier excusa era buena para ir a casa de la vecina, y con las visitas, mi experiencia sexual fue aumentando de forma increíble, como no podía ser menos.

RELATOS. Encuentro entre Rosa y yo

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Me llamo Iván tengo 31 años y desde hace 4 años resido en Madrid por motivos laborales. Mido 1.76, peso 74 kilos, en mi tiempo libre practico natación y considero que tengo un cuerpo normal tirando a bien. Los fines de semana los suelo pasar en mi tierra natal Asturias y todavía me gusta salir por la noche a tomar algo con los amigos, aunque ya no lo hago con la asiduidad de años atrás y dedico el tiempo a otras actividades.

Mª Rosa es mi vecina de abajo, es una mujer de 58 años que cuando coincidíamos en el portal siempre me daba conversación, se quejaba del cambio climático, la falta de lluvia, de la ultima avería en la antena comunitaria, o me preguntaba si iba a ir a pasar el fin de semana a mi tierra. Ella siempre buscaba conversación. Otras cuando la comentaba que había estado en tal sitio me hacia saber la suerte que tenia y se quejaba por no poderlo hacer ella. Yo la animaba a que si podía como se hace en estos casos, ella se escudaba en su trabajo para ocultar la monotonía en la que estaba instalada su vida como fui descubriendo posteriormente. Alguna vez posaba su mano en mi brazo mientras hablaba y otras notaba alguna mirada especial. Podía notar en su cara que cada vez que coincidíamos se alegraba del encuentro.

Nunca la vi acompañada de un hombre y después varias charlas a pie de escalera y en el portal me enteré de que estaba separada y que había pasado media vida casada con un hombre que no la hizo feliz. Su independencia económica y la indiferencia de su marido hicieron el resto. Tenían una hija en común de mi edad que se había casado hace 6 años y vivía ahora en Girona con su marido. Rosa pasaba allí las vacaciones en verano desde entonces. Hablaba de sus deseos de jubilarse y pasar más tiempo con ellos. Y de sus ganas de que la hicieran abuela.

A veces sus ojos la delataban y empezaba a pensar si aquella mujer me miraba de esa manera pidiendo guerra.

Tengo que decir que con el resto de vecinos no mantengo mucha relación reduciéndose esta al saludo y poco más, pero con ella se fue desarrollando una cierta amistad. En el tiempo que llevo viviendo en ese edificio siempre la había visto como un vecina más sin levantar en mi interés pero aquel comportamiento que mostraba conmigo junto con una racha de sequía en mis relaciones sexuales consiguió que empezara a verla como una mujer.

Me empezó a gustar el primer día que me fijé en su culo, estaba sujetando la puerta del ascensor para que ella metiera el carro de la compra y pude hacer un fichaje sin peligro de ser descubierto, Vestía un pantalón de loneta amplio de color negro que se le pegaba en el trasero debido a su tamaño, y una blusa blanca que dejaba al descubierto toda la superficie y forma de sus nalgas, nada caídas para su edad. Un culo grande pero, en consonancia con su anatomía, mide 1.70 y pesa unos 65 kilos, ancha de caderas pero no se puede decir que sea una mujer gorda, ni siquiera gordita porque no la cuelga carne de ninguna parte. Se la veía femenina, parecía siempre venir de la peluquería, con el pelo teñido de color cobrizo, las uñas pintadas, aunque rara vez se la veía maquillada, La cara refleja su edad y es portadora de pequeñas arrugas en la comisura de los labios pero se puede decir que es una mujer atractiva para tener 58 años.

Coincidimos de nuevo en una reunión de escalera, después de tratar los puntos de la misma y llegar a un acuerdo sobre una obra que había que realizar la gente se fue retirando, quedándonos Rosa y yo hablando sobre el tema. Sin prisa por parte de ninguno de los dos por terminar, la conversación se prolongó en el portal durante dos horas hablando sobre la avería, pero también sobre el trabajo y la vida. En ese momento ya me mostraba con ella más amable que en el pasado, en el sentido de que no cortaba la conversación para marcharme. Ella empezó a notarlo ese día, me mostraba más atento y la miraba a los ojos de una forma especial como hacia ella a veces. Cuando terminamos subimos y entré en su casa con la excusa de comprobar si la fuga de la tubería de calefacción que había que cambiar había afectado a su piso, no encontré nada pero la visita sirvió para que se quitara la trenca que llevaba y permitiera dejar a la vista la forma de sus curvas. Tomamos un cafe y charlamos sin mirar el reloj, al despedirnos nos miramos fijamente durante un par de segundos que parecieron eternos. Aquella mirada desprendía olor a sexo pero en ese momento nos separaba la distancia de la edad y el miedo a dar un paso en falso.

 

Con el tiempo las visitas se hicieron frecuentes, si necesitaba ayuda para alguna cosa subía a mi piso, me la pedía y yo amablemente la ayudaba, otras subía por alguna tontería con claras intenciones de charlar o de ¿ligar? Por mi cabeza ya rondaba la idea de follar con ella y veía posibilidades así que acepté el juego y decidí hacerla ver que me gustaba. La lanzaba alguna pequeña mirada a sus labios cuando sabía que se daría cuenta, si posaba su mano en mi brazo, después posaba yo la mía en el suyo. Se daba cuenta de la nueva situación y al principio se ruborizaba un poco pero la gustaba sentirse deseada y a mi que lo supiera. La dije que apuntara mi número de móvil para cuando necesitara cualquier cosa y pudiera ayudarla o cuando necesitara hablar. Iba con doble intención y Rosa lo sabía perfectamente pero a esas alturas yo había perdido ya la verguenza. Ella me agradeció el gesto y entre miradas penetrantes nos dijimos adios. Esa noche me envió en un mensaje "gracias cariño. Voy acostarme ya" la respondí "de nada cielo, que duermas bien", me envío otro "un beso", la respondí "un beso"

Al día siguiente era viernes, después de almorzar con unos compañeros de trabajo me lancé a la piscina y la envié un mensaje "voy a ir a las 8 al cine si te animas avísame". A los 10 minutos me llamó y aunque dudaba no me costó convencerla, acordamos ver Mr. Brooks. Quedamos en la entrada porque ella quería aprovechar para ir a una tienda y yo no podía ir a buscarla a tiempo. Aparqué el coche y fui a comprar las entradas. Rosa apareció puntual, la recibí con un cariñoso saludo y con una mirada complice entre ambos entramos a la sala. Vestía pantalón de loneta marrón a juego con unos zapatos de medio tacón, y un jersey fino de color verde claro que se la ajustaba lo suficiente para permitir ver la sensual forma de sus tetas, un abrigo 3/4 negro a juego con el bolso completaban su vestuario. Clásica y sin llamar la atenciones a su estilo habitual. La dije al oído que estaba muy guapa. Se la veía complacida por sentirse deseada aunque sospechando mis intenciones me susurro que no hiciera tonterías, la dije que me lo pensaría. La sala estaba medio llena y en nuestra fila había sentadas varias personas. Poco después el cine acabó llenó y perdí toda esperanza de que algo pudiera suceder. Nuestras manos entraban en contacto en el apoyabrazos, a ratos posaba mi meñique sobre el suyo y a veces buscaba ella el contacto de nuevo. Sin decirnos nada disfrutamos de esos momentos y contemplamos la película.

Al terminar marchamos a buscar mi coche y cogimos rumbo a nuestra calle. En el trayecto hablaba de la película y de una obra de teatro que había visto la semana pasada, tratando de obviar lo que estaba sucediendo entre los dos. Tampoco me extrañé de ese comportamiento, su forma de ser la obligaba a obviarlo y se limitaba a dejarse llevar. Le dolían los pies y acabó quitándose los zapatos, la pregunté que si luego necesitaba que la diera un masaje, me preguntó que si no me importaba que se lo diera. La respondí que al contrario que lo haría encantado.

Llegamos al garaje, se calzó y subimos a su piso. Entramos en la cocina y me ofreció café, la dije que primero se sentara para darla el masaje. Se quitó el abrigo y luego los zapatos, se sentó y me agaché. Los tenia cubiertos por unas medias marrón claro y se podía apreciar que llevaba pintadas las uñas de rojo. Se remangó las perneras del pantalón y se las quitó, le llegaban hasta poco más abajo de las rodillas. Tomé uno de los pies y empecé con el masaje y luego con el otro intercalando algunas caricias. La clara de placer de Rosa mostraba lo que estaba disfrutando. Cuando terminé la coloqué de nuevo las medias terminando con unas caricias descaradas en los gemelos. Acabé medio empalmado cosa que pudo apreciar al levantarme, pero no hizo comentarios al respecto. La noté en la voz que se había puesto algo nerviosa, la dije que estuviera tranquila y la pregunté que si quería que me marchara, dijo que no, y me cogió las manos mientras me decía que lo había pasado muy bien y que había que repetirlo, dándome a continuación un beso en la mejilla. Nos miramos fijamente a los ojos y la di un pico. A continuación empezamos a besarnos en la boca, comenzando un excitante roce entre nuestros labios. Me dijo con voz poco convincente que no siguiera pero no la hice caso y seguí comiendo esos labios con suavidad, mi lengua juguetona empezó a pedir pasó dentro de su boca, la batalla la ganó la lengua y logró penetrar los labios, las lenguas entraron en contacto acariciándose con suavidad, nuestros cuerpos se pegaron, podía notar sus tetas aplastadas contra mi pecho y Rosa notaba ya una polla muy dura contra su pubis. El deseo se convirtió en pasión, nuestras lenguas hicieron el amor, en mi boca y en la suya, bailando entre una mezcla de dos salivas. Nuestros pubis se movían buscando la mejor posición para aplastar mi polla contra ella. Mis manos en su cintura se despegaron para explorar nuevos horizontes y se deslizaron por encima de su pantalón por toda la superficie del culo, haciendo paradas en sus nalgas para ejercer presión contra mi cuerpo. Cambiamos la posición, me puse detrás de ella aplastando mi bulto contra la raja del culo por encima de su pantalón y empecé a levantar su fino jersey dejando al descubierto un sujetador blanco, acaricié y bese toda su espalda hasta la cintura, solté el enganche del sujetador y este cayó al suelo. Con las tetas al aire me pidió apagar la luz. Encendí la del pasillo y apagué la de la cocina quedándonos los dos en la penumbra. La pregunté que si así estaba bien y me dijo que si, nos besamos y la dije que se relajada y que disfrutara. Mis manos empezaron a buscar sus maduras tetas en la semioscuridad y no tardaron en localizarlas, se las acaricié, y a ratos las estrujé. Los pezones mostraban ya una dureza considerable, los chupe y los froté y se los excité con las yemas de los dedos, terminando duros como escarpias. Solté los botones de su pantalón y colé la mano en busca del tesoro. La froté primero por encima de las bragas, y en el primer contacto mis dedos percibieron el calor que desprendía lo que guardaban. Cansado de frotar algodón metí la mano dentro y empecé a frotar de nuevo. No estaba depilada aunque tenia muy poco bello, no tardé en meterla el primer dedo dentro del coño que ya rebosaba una notable humedad, Rosa se estremeció en ese momento. Me besó en la boca y me ordenó que siguiera.

Con su bendición y mi dedo hice una exploración a fondo de aquella cavidad que había estado cerrada al público durante tantos años como luego me contó. Encontré el clitoris y se lo excité empezando ella a soltar algún gemido sin poderlo acallarlo. Las manos de Rosa se apartaron de mi trasero y empezaron a buscar el bulto de mi pantalón y a palparlo con timidez. Puse mi mano sobre la de ella guiándola en los movimientos que debía realizar, desabroché el botón de mi pantalón y me bajé el boxer liberando de su prisión a mis 19 cm de carne dura. Tome su mano y la puse en contacto con mi polla por primera vez, la exploraba con una mano comprobando su dureza, bajaba a los huevos y volvía a subir realizando torpes movimientos en la semioscuridad.

La di un beso en la boca y la abrí más los pantalones dejando que cayeran al suelo, me puse de rodillas y la bajé las bragas en dos movimientos. El perfume embriagador de su coño invadió mi cara, separé sus piernas para que tomarán la distancia suficiente para dejarme trabajar. En la oscuridad y sin avisar la di el primer lametón y probé por primera vez el sabor de su rajita. Separé con los dedos los labios vaginales y metí la lengua dentro, Rosa mostró su aprobación con un gemidito. Describía circulos con la lengua buscando de nuevo su botón y supe que lo había encontrado cuando se estremeció de nuevo. Realicé mi labor en el clitoris y por los sonidos que hizo cuando tuvo un orgasmo no necesitó decirme lo que había disfrutado.

Me incorporé y me dio un soberano morreo. Me quité el jersey y la camisa en la oscuridad quedándome desnudo ante ella. Empezó acariciarme la polla de nuevo, la tomaba con las manos y realizaba con ellas un movimiento tratando de masturbarme. Cogí sus nalgas con las dos manos empujando hacia mi, nuestros cuerpos quedaron pegados con la polla aprisionada entre su pubis y los muslos, con pequeños empujones de mi cintura contra la de ella la indiqué lo que quería hacer. Rosa lo entendió y separó una distancia suficiente las piernas cogiendo con la mano el trozo duro de carne frotándolo contra los labios del agujero. La ayudé con un pequeño empujón y la cabeza entró en la húmeda cavidad produciéndonos a los dos un sonido de placer. Nuestras cinturas se pegaron aún más y comenzaron a chocar con suavidad. La posición era incomoda pero el placer compensaba al dolor. Cambiamos y me coloqué contra la pared poniendo a Rosa de espaldas a mi, su culo se acopló con mi pubis empezando un baile entre ambos con una serie de impulsos del uno contra el otro aplastando mi polla contra ella. La coloqué en la entrada del coño y sin esperar le metí la punta de nuevo, ella inclinó la espalda y presioné mi cintura contra ella consiguiendo que entrara entera, una sensación de calor y humedad recorrió mi cuerpo, ella presionó contra mi y yo contra ella para asegurar una perforación completa, empecé a mover mi cintura con un pequeño movimiento circular mientras seguíamos pegados y realizando entre los dos impulsos de presión para comprobar que continuábamos bien pegados. Deslicé mi mano hacia sus tetas mientras seguiamos en esa posición y tras un masaje hice una comprobación con los dedos de la dureza de los pezones, me gustó y deje de hacer presión contra ella con mi cintura dejando una distancia a la polla para poder ejercer la primera envestida, puse las manos sobre su cintura y empecé bombearla. Al cabo de unos segundos nuestros cuerpos cogieron el ritmo y empezaron acompasar los movimientos y empecé a envestirla más fuerte empezando a inundar la oscura cocina un sonoro ruido de carne golpeando. Bajamos el ritmo y acabamos pegados de nuevo presionando un cuerpo contra el otro. Se la saqué y se la volví a meter dando un par de envestidas volviendo a quedarnos pegados. Ella empujaba el culo contra mi pidiendo más y empecé a envestirla más fuerte, de menos a más intensidad y viceversa. Nuestro placer era máximo y sonaron gemidos que se mezclaron con el ruido de los choques entre nuestros cuerpos. Después de un rato de ejercicio intenso faltaba poco para correrme y dejamos de follar.

 

Encendí la luz y salimos de la penumbra, se apreciaba olor a sexo en la cocina, su madura desnudez se mostraba ante mi, solamente llevaba las medias calcetín, se veía un cuerpo delicioso y se lo hice saber. Mi polla estaba tiesa y ella la pudo contemplar por primera vez. La dije que me gustaría que se la metiera en la boca. Rosa apagó la luz comenzando a acariciarme el pecho y el torax con ambas manos, se agacho y cogió con la mano el nacimiento de la polla, empecé a notar que algo rozaba el glande y después lo aprisionaba, yo acariciaba con la mano su cabeza mientras me la empezaba a chupar con suavidad. El placer que me producía con su tímida mamada me hacía aullar. Deslizaba su lengua por la punta, me daba suaves pasadas con los labios por el glande limpiando el líquido preseminal. Presioné su cabeza contra mi para indicarla que deseaba mas profundidad, y fue chupando mas carne en cada pasada, acabó con ella en la garganta. Se la sacaba de la boca para que empezara un nuevo ciclo desde el glande. Después de unas cuantas pasadas tenía la polla a punto de estallar y la avisé de que iba a correrme. Ella se apartó y exploté dando un gemido de placer.

Encendimos la luz y la di un morreo de agradecimiento por el buen trabajo realizado. Nos besamos en los labios con pasión y con la polla todavía dura rozando su ingle quedamos en llamarnos al día siguiente prometiéndome con su dulce voz luces encendidas y yo a ella nuevas sensaciones.

Me puse la ropa y ella cogió las bragas que andaban perdidas por el suelo y se las colocó. Preparó el café que había quedado pendiente y nos lo tomamos mientras la daba otro masaje en los pies y hablamos de nuestra relación.

Nos despedimos con un beso y unas caricias. Subí a mi casa y al rato recibí un sms de Rosa "buenas noches cariño, un beso" recibiendo ella a continuación "buenas noches cielo, un beso"

Esta es la historia de nuestro primer encuentro. Espero que os haya gustado.

RELATOS. Mi Linda Suegra

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Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.

Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.

Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.

Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.

Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.

En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.

Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.

Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.

Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.

Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.

Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.

Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.

Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.

Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.

Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.

Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.

Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.

Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.

-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!

Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.

Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.

Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.

No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.

Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.

Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.

No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.

Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.

Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.

Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.

La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.

Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.

Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.

Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.

Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.

Autor: Alexander

RELATOS. Las mejores maduras son vecinas

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Las mejores maduras son vecinas. Todos nosotros lo sabemos, porque… primero las saludamos en la calle yendo nos a la compra con su mamá, después hablamos con ellas cuando las encontramos en la calle casualmente – por el respecto de nuestros padres claro, despues las observamos, nos fijamos como al culo tanto el pecho, las piernas, la boca, etc. Terminamos con una deseo inmenso de follarlas. El deseo crece en una tremenda gana y nesecidad que resulta con miles de pajas, hasta que no se cumpla el sueńo.

II

En mi vecindario vive un seńera de 54 ańos llamada Teresa. Tiene su historía. Vivía con su marido hasta que se quedó viuda. Él se murió porque era un alcohólico notorio. Cuando se murió él, ella tenía 45 ańos. Teresa es una dońa muy firme, muy educada, superior a él, y nadie sabía como ella podía ser su esposa. Yo creo que la muerte de él para ella fue un alivio, no sólo en el sentido de que puedía conseguir otro hombre, sino que, por lo menos, iba a vivir sola y eso le resulta más fácil que con un tipo así. Pero Teresa no quería otro hombre, la razón fue que ella era una mujer conservadora, tranquila y decente. Tenía su dignidad, segura en si, y sus actitudes eran muy inteligentes. Trabajaba en el Municipio del pueblo como la secretaria de actas y era una figura muy importante y respectada por todos los ciudadanos. Poca gente se atrevía hacer «algo» en sentido, preguntar a salir con ella, etc. Ella no dejaba a nadie que se le acercara. La amistad mantenía con un grupo de personas que conocía desde mucho tiempo y con los compańeros de la oficina. Uno de sus socios eran mis abuelos que viven en nuestro barrio.

III

Mis primeros recuerdos de Teresa fue justamente en la casa de mi abuelo. Su marido todaía estaba vivo pero no pasaba mucho tiempo con ella. Teresa solía venir a departamento de mis abuelos. Yo era un nińo de seis ańos y venía también a la casa de mi abuelo cuando me daba gana. Yo con seis ańos no sabía nada de la vida todavía. En la calle aprendí montón de malas palabras y al no saber ni que significaban, una vez en casa de mi abuelo, las pronunciaba en la voz alta. Eso producía una erupción de la sonrisa avergonzada de Teresa. Decía yo: «la vagina, el culo, la verga, el pene, follando, pajeando, las tetas,» etc. Todos se sentían apenados, menos yo, claro, y Teresa que se divertía de mis tonterias. A mi abuelo le dió tanta pena de que quería castigarme de alguna forma, pero ella me defendía. Su sonrisa era tan umilde y tan inocente que a todo el mundo le gustó y a mí también aunqué todavía era un chamaco, y por esa razón yo repitía muchas, muchas vezes esas palabras.

IV

Desde entonces pasaron como catorce ańos. Mientras tanto su marido falleció. Teresa se qudó a vivir sola. Tenía un hijo grande ya, era un hombre con su propia familia pero vivía lejos de ella. No buscó otro hombre, vivía sola y «dependía» solamente de su trabajo y varios amigos. Cuando crecí un poco más y empezé mirar mujeres, me fijé también a los detalles de ella, ahora de los ojos a un hombre. Era una tremenda mujer, de altura 1,70, siempre seria, pelo pintado en rojo, llevaba blusas que no mostraban nada de su cuerpo, pero tetas grandes no podía ocultar. Observandola detenidamente descubrí que llevaba sostenes viejos modelos, muy duros, bien formados, para que sostenga sus tetas rectas, que ya estaban un poco flojas y caidas. Cada blusa o abrigo llegaba hasta el cuello y casi siempre usaba el pantalón. Pero yo no sé, que me exita más. Ver una mujer desnuda con tetas medías, o una tetona que las cubre y oculta por completo. Sé. Simplemente, me calientan las que cubren y ocultan. Teresa cubría su tesoro. Ella tenía, pero no quría que los demás las vieran. Lo peor para mi era que siempre se vestia en colores como rojo, negro, rojo oscuro. Yo tenía envidia de la tela que cubría sus pechos aprietandole tanto. Llevaba las gafas porque no quería que se vieran arugas en su cara. La cara era bonita. Era una preciosa mujer. Tenía buenas piernas y un buen trasero. Cuando usaba faldas, casi siempre eran rojas con negras medias de naylon. Muy sexy.

V

Con cinquenta y tres se jubiló. Eso era una nueva época para ella. Tiempo pasaba en la casa, salía solamente a las tiendas y por la tarde a caminar con su compańera por el borde del rio. Poco a poco se daba cuenta que ya tiene bastante ańos y también que no era tan importante en la vida social. Yo practicaba el atletismo y también usaba el mismo lugar, al lado de rio, para correr. Empezamos vernos casi cada día. Aluguna vez pasaba corriendo al lado de ella, alguna vez caminaba y tenía oportunidad de saludarla y cambiar pocas palabras. A ella le gustaban los chicos deportistas y sobretodo que sean educados. Se sonría siempre cuando me saludaba. Yo sinceram(i)ente en mi cabeza no tenía la idea de que algo pudiera ocurrir entre nosotros. Para mi Teresa siempre era la amiga de mis abuelos y de mi mamá, respectuosa vecina y nada más. Además, ya tiene ańos (54), si fuera 10 ańos menor o.k., pero ahora ya es una persona de edad. (Teresa era menor solo seis ańos que mi abuela, y mi abuela era un verdadero desastre!) Pero, no era todo así. Gracias a su prácitca física cada día, Teresa mantenía su cuerpo en un buen estado, cuanto se podía, claro.

Ya expliqué que ella no tenía más su trabajo y a sus compańeros que la rodeaban. Todo eso la hizo más comunicativa y más abierta.

En una ocasión cuando nos topamos en la calle, ella me dijo:

– Te acuerdas cuando eras muy chicito como eras un nińo intranquilo. Estabas un dolor de cabeza para tu mamá. Mira lo ahora, un deportista! -, todo eso me decía como si yo fuera esa misma criatura de seis ańos, y en vez de decir «hombre» me dijo «deportista». Me quedé enojado y le respondí ponerme un poco atrevido:

-Yo soy un hombre de veinte i pico ańos, y me acuerdo muy bien todo lo que hacía y decía y cada vez cuando usted se sonreía de mis palabras. Lo sé muy, muy bien. No me olvido tan fácil. -

Ella de repente paró de reirse, me miró a los hojos y de nuevo me dió una sonrisa ahora más carińosa y más provocativa que duró solo un instante. De repenté se puso nerviosa, se dió vuelta observando si alguien nos estaba mirando, parecía ofendida de mis palabras, y se despidió de mí no mirarme. Solo ańadió:

– Saluda a tu mamá.-

VI

Eso fue el momento cuando empezó existir algo muy especial entre nosotros dos. Yo no estaba seguro que ella realmente quería, y no me atrevía ir un paso adelante. Pero, como yo todavía no tenía la experiencia sexual con una mujer de esa edad, la idea de probarlo con ella me calentó más y más. Y ella, ella tenía un bloqueo en la cabeza que yo todavía era el nińo de quien se acordaba hace 15 ańos, y sobretodo era mujer muy estricta y firme.

Asi pasaron varias semanas sin ningun contacto entre nosotros. Yo salía a correr, pero ella no salía a caminar, hasta que una tarde nos encontramos justo cuando yo había terminado mi entrenamiento. Ella caminaba con su amiga y yo con un amigo mio. Era tiempo de calor y ella estaba vestida en una camiseta simple. Bueno, realmente tenia una más corta a bajo, yo era complatamente mojado por los pechos y por la espalda del sudor. Las saludamos cordinalmente y comentamos que estaba un buen día para pasear y correr por la naturaleza. De repente, ella me dijo muy directo:

– Como estas sudado…, y por qué no te quitas la camiseta ? -

Uh, ahora yo me quedé asombrado, pero actué como si no hubíera pasado nada. Le respodní que lo iba a hacer en la casa. En el mismo momento bajé mi mirada más discreto a sus tetas que se podían ver muy bien incluso a los pezones. Por primera vez ví sus tetas tan cerca. No llevaba el sostén y se veían en muy, muy buenas condiciones. Intercambiamos las miradas y nos despedimos. Parece que ella decidió dar un pasó adelante, y a mi me gustó mucho. Al ducharme hizé una maravillosa paja imaginando chupar los melones que ví reciente. Con los ańos, a Teresa se aumentó el estomago, el culo y las tetas. Eso pasa a muchas mujeres que se pongan más maduras. A mi no me molestaba nada eso. Lo de ella, cada vez me calentaba más y más.

VII

Un día entre semana me fuí al hospital. Y mientras estaba esperando mi turno en el consultorio, eché un vistazo por la ventana. Ví a Teresa como se acercaba al hospital. Estaba muy bien areglada, pintada, tenía la falda roja hasta rodillas, medias negras, pechos se notaban desde lejos por la blusa negra que tenía puesta y llevaba un bolso en la mano. Se veía muy atractiva. Al entrar al hospital Teresa tenía que pasar al lado de algunos albańiles que estaban desayunando sentados en la calle. Por las actuaciones y risas de ellos ví que le decían priopos vulgares y cosas que no se dicen a una mujer fina como ella, además en el medio de la calle. Me fijé que había entrado en la farmacía que quedaba a bajo. De repente decidí salir del consultorio y corrí hacia la puerta de la farmacia. Allí esperé. Cuando ella salío, se notaba que estaba ofendida de lo que pasó cuando entraba a la farmacía. Yo me hacía que salía normalmente del hospital. «Casualmente» nos encontramos en frente de la farmacía. Después de saludos y varias palabras le pregunté si ella se iba a la casa. Me respondió que sí, y nos fuimos junto. Al pasar por los albańiles maleducados que todavía desayanban allá, yo tenía preparado un plan. Cuando nos acercamos bastante, yo golpeé con mis manos en forma de aplaudir varias veces muy fuerte y les grité:

– Vamos muchachos, se acabó el desayuno, hay que trabajar! El dueńo les llama. Vamos, vamos, rapido. En la fila, en la fila, vamos! – , decía yo con una seriedad, jodiendo a ellos.

Ellos se confundieron, primero se pararon, después se fijaron al rejoh si receso se acabó y si de verdad el dueńo estaba llamandolos. Mientras nosotros dos ya pasamos y los dejamos ofendidos y enfatizados. Ella se emocionó tanto que se mataba de la risa, estaba muy, muy contenta y satisfecha. Yo caminaba con una dignidad como si no hubiera pasado nada. Fue mí verdadera victoría. La observé con calma, ella estaba contenta y no quitaba la mirada de mi.

-Sabes, eres un maravilloso muchacho, que sabe proteger a una mujer.-, fue primero lo que dijo después de la risa.

Casi me desmayé. De repenté sentí ondas tan tiernas y fuertes que venían de su lado. Le miré otra vez sin palabras. Teresa no quitaba la mirada de mi.

– Eres un hombre valiente -, ańadió ella, por fin bajando su mirada hacía bajo.

No sabía que decir, estaba confundido y también tuve una sensacion expectacular. Parece que conquisté a una mujer con una cosa tan pequeńa, y a mi novia nunca pude. Le respodní que siempre lo haría por ella. Teresa se puso roja en la cara, pero se notaba que le gustaba cada mi palabra.

Al medio del camino, me dí cuenta que ella en su mano llevaba «el tiket».

– Oh, dońa Teresa, disculpeme yo le voy a sostener el bolso, por favor. Me olvidé casi, y eso es pesado para usted. -

Ella también lo quría, que yo cargara a su bolso. Y parecía que quería entregar mucho más que solo un simple bolso.

– Oh, no es necesario, no es necesario, ya lo hiciste mucho para mi, yo puedo sola -.

Pero me lo entregó fácil con una sonrisa nueva en su cara, que mostraba un deseo y una gana indefinida, sin barreras. Me miró a los ojos hasta que yo dejé de mirarla.

VIII

Yo tragé mi saliva al llegar a la entrada de su edificio. Algo se rompió en mi. Le dí el bolso y le dijé al final :

– Me voy a la casa Teresa, nos vemos. -, me dí vuelta y volé a la casa.

No sé si se sorprendió o no, me fui furioso y no pensaba de lo que ella estaba pensando. Lo que me pasó no era el miedo, era algo distinto de lo creía. Todo lo que sucedió hoy, el intercambio de energías y emociones entre nosotros, yo no quería tomar solamente como un pretexto para acostarme con ella, porque soy un ser humano y tengo el sentimiento más que un animal. Po puedo follarla, cerrarme el pantalon, y marcharme, como si no estuviera pasado nada. Tuve una emoción más profunda en todo esto. El respecto que tenía hacía ella solamente se estableció más fuerte. No soy uno de los albańiles que solo ven el cuerpo y menos todavía, yo conocía su historía, su personalidad. Esa mujer no se había entregado a nadie ni antes ni después de la muerte de su marido. Poco después de la muerte de su marido, cuando para Teresa estaba más dificil vivir sola, mi abuela rompió todas las relaciones con ella por la envidia de que a mi abuelo le gustara más Teresa que ella misma. Resistió todo, llegó a los 55 casi, aunque perdió su belleza todavía es ermosa y linda. Tomé el papel de su marido y ella, enamorandose de mi, de mi novia que yo siempre imaginaba – atraerme fisicamente y querrerme por mis actitudes normales. Me cambié opinion en sentido de que la nesecitaba como un objeto sexual.

Teresa se quedó con boca abierta. Quizó decir algo, se dió vuelta y decepcionada y triste entró al edificio.

IX

Varias días pensaba solamente de ella en mi pieza. La imagianaba como una perfecta mujer para mi si solamente estuviera menor. De mi edad, no… puede ser y cinco ańos menor, bueno….. daría y quince ańos solamente que sea la verdad. Al final pensé, acepto y si tuviera la edad que cuando yo tenía seis y ella cuarenta… aunqué podia ser y ….

Lo que pasó después…. fue inolvidable……. pero les voy a contar

otra vez, si lo quieren.

RELATOS. Mi Linda Suegra

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Este relato va en homenaje a la madre de mi esposa, mi linda suegra. Raquel, es una mujer de 1,58 mt. más o menos, 56 años, algo rellenita (¿o bien rellenita?), de pelo corto. Tiene unas grandes y hermosas tetas, que le gusta lucir con escotes pronunciados y un trasero, que al menos para mi, es fabuloso, de nalgas muy grandes y caderas sobresalientes, bueno, para que quede claro muy culona y tetona.

Al ser tan sociable y buena para las bromas de doble sentido, nos llevábamos excelente y en nuestras conversaciones, el tema de sexo, no era ningún tabú.

Yo siempre la molestaba, aun delante de mi suegro, que es de la misma onda que ella, con frases como, suegra, por favor no me tiente, por que no le heredó esos pechos a su hija, o cosas por el estilo, siempre en un ámbito de broma, pero igual con respeto.

Mi señora, en cambio, era más reservada y no le gustaba que le hiciera a ella bromas de doble sentido delante de sus padres.

Una noche, después de una buena cena en casa de mis suegros, me encontraba yo con mi suegro, en el fondo del patio de su casa, él tomando vino, y yo cerveza. Habíamos estado desde la hora del almuerzo tomando y comiendo, y ambos estábamos un poco pasados de copas (el más que yo), y conversábamos de cualquier cosa.

En eso llega mi suegra, con una bandeja con pedazos de carne que había sobrado del almuerzo. Nos acompañó un rato con un vaso de vino, pero le dio frío y se volvió a entrar. Cuando se retiraba mi suegro la tomó de la cintura y se la sentó en las piernas, agarrándole las tetas y diciéndole que se preparara, que a la noche le tocaría. Ella entre risas, ella trataba de soltarse y le decía que ya estaría bueno, por que hace rato que son solo promesas y bromas como que al vino le estaba poniendo un poco de yeso, para que se le pusiera duro a su viejo.

Yo me mataba de la risa de las tonteras que decían mis suegros, hasta que ella se fue.

Le comenté a mi suegro, que me encantaba la relación que tenía él con mi suegra, y que me encantaría que su hija fuera así. Bastante pasados en copas, la conversación tomó otro rumbo y al rato estábamos ambos confesando como eran nuestras respectivas mujeres en la cama. Por mi parte, argumentaba que Daniela, su hija, era muy tranquila en ese tema, y mi suegro al contrario, decía que Raquel, mi suegra, a pesar de su edad, era una verdadera bestia en la cama.

Pero el tema se pasó de los límites, cuando me confesó, que en un viaje a Argentina, luego de una comida, a ambos se les habían pasado las copas y terminó haciendo un intercambio de pareja entre ellos y los dueños de casa.

Yo no daba crédito a lo que mi suegro me contaba, pero él, jactándose de lo caliente que era él y su mujer, me seguía contando más y más historias, y le confesó a mi suegra que me estaba contando de su viaje a Argentina. Mi suegra, se sorprendió un poco, y me dijo que no le hiciera caso a mi suegro, que cuando se le pasaban los tragos se ponía a inventar cosas. Pero mi suegro seguía insistiendo, hasta que mi suegra, bueno, también con varias copas de más, terminó por confesar que era verdad. También mi suegro le dijo que la niña, me tenía medio abandonado, y que ella tenía que hablar con ella.

Ambos notamos que mi suegro ya estaba enfermo de copas, y mi suegra, que tampoco estaba en sus cinco sentidos, le dijo que mejor se fuera a acostar. Él se negaba, y decía que estaba bien, pero cuando se levantó a orinar en uno de los árboles del patio, se fue de lado y se dio un tremendo golpe. Entre los dos, lo levantamos y lo llevamos hasta su cama.

Mi suegra me dijo que con lo que había tomado ni un incendio lo haría levantarse. Cuando me estaba despidiendo, ella me quitó las llaves del auto y dijo que estaba loco si pensaba que manejaría en esas condiciones (la verdad estaba bastante pasado de copas), y por más que insistí, no me dejó que me fuera, llamando a su hija y diciéndole que pasaría la noche ahí, por que no me encontraba en condiciones de manejar.

Me alojé en la pieza que antes era de mi esposa.

Deben haber pasado unos 20 minutos, más o menos, cuando se prende la luz de la habitación. Mi suegra, con la almohada en las manos y vistiendo una camisa de dormir larga, aparece en el cuarto, cerrando la puerta tras de ella. Me dice que mi suegro había vomitado en la pieza y que el olor, no la dejaría dormir, que era muy tarde para esta limpiando, a si que como la pieza tenía dos camas, se acostaría ahí.

Me llamó la atención que prendió la lámpara del velador, y apagó la otra.

Mientras ella se movía por la habitación, sacando sabanas del ropero para armar la cama de al lado, yo me fijaba, con una erección increíble, que debajo de ese delgado camisón no llevaba ninguna prenda.

Comenzó hacer la cama del lado, dándome la espalda. La luz de la lámpara, tan cerca de ella, traslucía por completo su camisón blanco. Agachada colocando las sabanas, sus tetas colgaban y me daban un espectáculo increíble, pudiendo ver casi hasta el color de sus pezones.

Su gigantesco culo a muy poca distancia de mi cara, también se traslucía, y en una posición que se puso, con las piernas semiabiertas, se le traslució la juntura de sus piernas y pude hasta ver la silueta de los pelos de su concha.

Eso fue la gota que rebalsó el vaso, y levantándome rápidamente, y olvidando que era mi suegra, me apoyé detrás de ella, enterrándole mi durísima verga entre sus nalgas y agarrándole y amasándole fuertemente las tetas.

-¡Lo siento Raquel pero me tienes hirviendo! -¡Ahhhhh eso quería! Que te calentaras con la vieja caliente de tu suegra -Mmmm ¡calentona, lo hiciste a propósito! -Siiiiiii los recuerdos y el vino me dejaron muy caliente, me moría de ganas de tener esta noche una verga dura como la tuya! ¡Ummm! yo me moría de ganas de tenerte así. De chuparte las tetas! Desde que te vi la primera vez soñé con tener estas tetas en mis manos, ¡en mi boca! -¡Méteme la manos acá ¿La sientes? mira como me la tienes de jugosa a la espera de esta rica cosa -Mmmmmmmmmmm que mojadita está suegrita, pero antes quiero comérsela, quiero comerle el culo, ¡quiero pasarle la lengua por ese culo que me vuelve loco! -Ahhhhhh siiii, pásame la lengua por todas partes!! ¡Esta noche soy toda tuya!

Comencé a lamer ese culo que me fascinaba, ella se revolcaba en la cama y me rogaba que se la meta de una vez, metí un dedo, ese culo no necesitaba ablandamiento, tomé mi verga y se la hundí hasta las pelotas, mi suegra se enterró más fuerte la almohada, pero ni siquiera daba señales de dolor, solo placer y lujuria.

Con mis manos aferradas a esas grandes masas de carne, que se movían de arriba abajo con cada embestida mía, veía de pie, como mi dura herramienta se sumergía en el interior del gigantesco culo de mi suegra.

Luego de hacerle el amor por el culo por un buen rato, la di vuelta y me dediqué a chuparle como un loco sus grandes tetas. Mi suegra con las manos hacia los lados, dejándose someter por su yerno me avisaba a gritos que se corría.

No lo pensé ni un segundo, y separándole las piernas, y buscando entre medio de esa abundante mata de pelos, encontré un concha roja, que empezaba a botar un largo chorro. Mi boca se interpuso entre ese estadillo de líquido, saboreándolo y bebiéndolo como si fuese el más exquisito licor.

Mi suegra me tiraba de los pelos de mi cabeza, frotándome la cara por toda su concha, disfrutando y prolongando al máximo su orgasmo.

Con mi cara completamente mojada y con la boca llena de los jugos de mi suegra, me monté sobre su pecho y le metí la verga en la boca. Mi suegra sedienta de sexo, me la chupó como desesperada, tratando de devolverme el favor, chupando con una fuerza como queriendo exprimir mi pene hasta que soltara la última gota.

No se cuanto rato mi suegra tuvo mi verga en su boca chupándola con la misma intensidad, pero fue mucho, sin embargo los grados de alcohol que tenía en el cuerpo, me habían puesto como una roca y le seguiría dándole a la madre de mi esposa hasta que pudiera.

Me monté sobre ella, separándole las piernas, y guiado con la mano de ella, mi verga se perdió en esa mojada cavidad hasta el fondo.

Con mis manos agarrándole las nalgas y mi cara metida entre sus tetas seguí follándome a mi suegra, como si el mundo se fuera acabar. Mis manos apenas daban abasto para sujetarse de esas gigantescas nalgas todas mojadas por la transpiración, hasta que nuevamente uno de mis dedos, dio con la entrada de su culo, y se introdujo aumentándole el placer a la vieja.

Al poco rato mi suegra nuevamente estuvo lista para acabar y yo, nuevamente me metí entre sus piernas y le chupé la concha esperando su descarga en mi boca.

La descarga no se hizo esperar y nuevamente el abundante líquido espeso comenzó a caer a mi boca. Desesperado con calentura traté de que ni una gota se me escapara, pero su fluido era demasiado y nuevamente terminé con la cara toda mojada. En ese instante sentí que ya me venía y acostándome al lado de ella, dejé que me la chupara con la misma intensidad, pero esta vez le di en el gusto y le llené la boca de semen.

Mi suegra al igual que yo, no quiso que se desperdiciara ese precioso líquido y lo bebió por completo. Me quedé un rato recostado a su lado, jugando con sus tremendas tetas diciéndonos lo maravillosos que había sido el momento vivido.

Me confesó que el vómito de su marido había sido una excusa para meterse a la habitación y llegar a tener algo conmigo.

Luego de un rato, se levantó y se colocó la camisa. Antes de salir, la tomé de la cintura, yo sentado en la cama, y ella de pie, le saqué nuevamente sus tetas, y se las chupé un rato, mientras le acariciaba el culo.

Me dijo que buscaríamos la forma de que esto se volviera a repetir y se marchó a su habitación, dejándome solo.

Autor: Alexander

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